Las drogas son un cáncer que debemos derrotar. No puede haber vacilaciones ni indulgencias frente a un flagelo que, de manera espuria despedaza los cimientos más sagrados de la condición humana. Para nuestro infortunio, observamos que la droga destruye hogares, familias, sueños, metas, proyectos, ilusiones y todo aquello que sea positivo para la vida comunitaria. La drogadicción es aquel demonio que corroe el bienestar y la integridad de las personas, pues son pocos quienes salen bien librados cuando caen en el consumo de drogas. Y ningún ser humano puede desempeñarse y relacionarse debidamente en la sociedad padeciendo deficiencias mentales. Efectivamente, ello es lo que ocasionan las drogas: enfermedades mentales desastrosas, dado que las neuronas y el sistema nervioso disminuyen con su idóneo funcionamiento, la capacidad de circulación se estanca y la energía vital del ser humano se desvanece con alterados comportamientos de ira, depresión, pereza y desidia. ¡Una reali
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