Tomar decisiones de alto riesgo es, quizá, la carga más impetuosa que deben soportar los verdaderos líderes, bien sea en la dirección de una compañía privada o en la del Estado. Cuando el panorama es caótico las actuaciones de quienes dirigen los hilos tienen que ser consecuentes y contundentes a fin de proporcionarles estabilidad a quienes dirige, pues, ciertamente, al líder natural se le conoce mucho más en la adversidad que en el triunfo. En el triunfo todos estarán satisfechos, contrario sensu, en la adversidad se requiere de reacciones efectivas y oportunas, para salir avante de la situación. Liderar, por esencia, demanda tres cualidades indispensables: en primer lugar, la capacidad de influir en la conducta de las personas que le siguen, en las personas de su equipo, y, en general, al conglomerado social generalizado. En segundo lugar, la capacidad de motivar, es decir, incentivar positivamente la actitud de las personas que dirige o que tiene a su cargo; esto es lo que le ex
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