La academia en Colombia y en el mundo es uno de los baluartes más sagrados de la vida humana. A través de esta los habitantes de cada Estado cuentan con la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos, investigar y conocer a fondo la ciencia, y, de esta manera mejorar ostensiblemente su condición social. En Colombia aquel que goza de la posibilidad de acceder a un programa educativo para formarse es, actualmente, un privilegiado, pues bien conocemos el esfuerzo económico y personal que debe realizar un estudiante y sus familiares para financiar los costos de un programa universitario. Encontrándonos con ello que, la educación más que un derecho, se convierte en un limitado privilegio al que únicamente algunos afortunados pueden acceder. Claro está, si nos referimos a la educación con calidad, puesto que existen programas de pésimo servicio ofertados de manera gratuita a personas de escasos recursos para maquillar la triste realidad. Pero, el problema de fondo surge cuando l
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