Los presidentes de turno inician su gobierno regularmente con un alto índice de favorabilidad dentro del conglomerado, puesto que sus electores gozan de las mejores expectativas según el plan de desarrollo planteado. Posteriormente, esto se desvanece por consecuencia de algunas medidas que, de lejos, contravienen el anhelado beneplácito de los ciudadanos. Y es acá donde decae en dimensiones proverbiales la privilegiada favorabilidad para cualquier mandatario, pues no es fácil dar apertura a un nuevo gobierno, mucho menos cuando se soporta un excesivo compromiso en la agenda nacional. Pero, a decir verdad, no sabemos con certeza si esta sea la realidad actual que padezca el presidente Duque, quien, en escasos 100 días sobrelleva supuestamente sobre su espalda el lastre de un nivel de desaprobación mayúsculo, según los sondeos de Invamer y Polimétrica de 27,2% y 33% respectivamente. Empero, ahora observamos como aquella imagen de manera repentina ascendió de 27.2% y 33% (desfavor
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