El señor Gustavo Petro padece deficiencias mentales repulsivas. Así lo ha dejado entrever con sus comportamientos, según él, proporcionados. En los últimos días hemos sido espectadores de sus descabellados pronunciamientos en la red social twitter. Allí se ha ocupado de vociferar como un canino rabioso en contra de todo aquel que legítimamente lo confronta. No tiene vergüenza en igualarse a una actriz que, valientemente expresa su opinión. El egocentrismo del terrorista de antaño es incalculable, pues ni el mismo se soporta. De la misma manera, lo han percibido sus compañeros de lucha. Ni ellos lo toleran. Su negativismo y pesimismo irracional irrumpen en cualquier esfera de serenidad. Se denomina progresista pero no es más que un ejemplar por excelencia del mamertismo resentido que, se atreve a contestarle con pedradas en la mano a ciudadanos y celebridades que no vacilan en manifestarle la realidad: es un falsario desmedido que no conoce de honor y lealtad. Un clon mejorado de
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