El ICA (Instituto Colombiano
Agropecuario) es una entidad prominente y representativa a nivel nacional, su
contribución durante 55 años como institución reguladora del sistema agrario
nacional es magistral, constituyéndose tal vez, como una de las entidades más
efectivas del Estado Colombiano. No obstante, en la región del oriente
antioqueño es todo lo contrario: una institución vagabunda y desvergonzada que
no tiene desvelo para obrar oportunamente frente a la actividad económica de
los pequeños y medianos floricultores que, utilizan sus cultivos para sus
congruas subsistencias. Se ha vuelto común escuchar quejas, inquietudes y
alaridos de los floricultores de la región por cuenta del descuido descomunal
del ICA. Algunos de sus funcionarios son desatentos a la hora de atender el
clamor de los pequeños y medianos productores, como si los mismos fuesen un
cero a la izquierda.
Desconocen aquellos servidores de
la entidad, que son los productores quienes contribuyen para el desarrollo de
la región, generando empleos directos y condiciones laborales estables para
campesinos que, a su vez, soportan la manutención de numerosas familias. La
región del oriente de Antioquia, es próspera por la actividad agrícola de sus
habitantes, por tanto, no es admisible bajo ninguna circunstancia que haya
inoperancias en una entidad encargada de priorizar con las condiciones
fundamentales para garantizarles bienestar a los pequeños y medianos
floricultores de la región. Además, es de tener en cuenta que algunos
campesinos ejercen de manera directa la actividad floricultora con pequeñas
proporciones, donde encontramos numerosas familias que también dependen de ello
para subsistir. En términos simples, la inoperancia del ICA, económicamente los
revienta a todos. Principalmente, padeciendo mayores precariedades los segundos
sobre los primeros, pues bien sabemos que las necesidades del campesino son
mayores que las del pequeño o mediano productor. De igual manera, las
preocupaciones son similares. Miremos…
Primero.- El término del ICA para certificar los
cultivos en su funcionamiento es sumamente tardío. Aproximadamente de tres
meses o un poco más se está retrasando la entidad para expedir un certificado
que en 15 o 20 días podría emitirse. Entre tanto, los pequeños y medianos productores
así como una proporción pequeña de campesinos, pierden significativas sumas de
dinero, en la medida en que sin el certificado no pueden producir, enajenar o
exportar sus productos florales. Adicionalmente, los floricultores ingresan los
documentos exigidos por la entidad de manera oportuna y responsable, pero para
el ICA no pareciera suficiente porque la inoperancia es abismal. Además, la
visita requerida del agrónomo de la entidad al cultivo es morosa, como si les
sobrara dinero o tiempo a los floricultores de la región. Por otra parte, el
gerente regional, encargado de firmar y aprobar los certificados cada fin de
año toma sus vacaciones, dejando trámites pendientes sin gestionar, hasta
retomar su actividad laboral. ¡Una desvergüenza inmensa!
¿Quién se cree el señor Juan
Fernando Martínez López (Gerente Seccional del ICA en Antioquia) para jugar con
el tiempo y las necesidades de los demás? ¿Qué clase de funcionario pretende
ser? ¿Cómo es posible que tome sus vacaciones dejando de lado sus labores en la
institución? En tanto, él disfruta descansando, en el Oriente los floricultores
penando. ¡Imperdonable!
Segundo.- Hemos conocido frente a un caso concreto como
se han demorado en el ICA para expedir un certificado de funcionamiento para
algún cultivo mediano. Aproximadamente tres meses llevan en ello luego de que
los documentos fueron diligenciados por el productor de manera diligente y
hasta tanto no se ha tramitado el asunto en la entidad. El floricultor que
padece dicha situación ha dejado de percibir una suma equivalente a diez
millones de pesos. Ahora bien, ¿Quién le responde a aquella persona por dicho
detrimento financiero, producto de la negligencia de la entidad? ¿Es adecuado
soportar dicha pérdida económica?
Tercero.- Esta situación particularmente
la padecen innumerables productores de la región, no obstante, estamos
aterrizando el particular a un caso concreto que conocimos de primera mano.
Pues no es tolerable que continúen abusando de las condiciones de los
floricultores. Es importante recordarles, una vez más, que la mayoría de
productores requieren de la actividad para la manutención de sus familias. La
quiebra de un cultivo floral equivale a la ruina de una familia. ¿Comprenden la
proporción de lo mencionado? ¿No les parece un bodrio lo ocurrido en la
entidad?
Cuarto.- Es una realidad
innegable que un cultivo pequeño puede perder mensualmente alrededor de tres
millones de pesos como consecuencia directa de la demora del ICA para expedir
los certificados. Y se pierde dicha suma de dinero porque así lo hemos conocido
de primera mano con un productor de la región. Los gastos de los insumos para
la preservación del cultivo, tales como abonos e incentivos son costosos.
Infortunadamente, estos deben adquirirse para la fertilidad del mismo, y muchos
son comprados con dinero que arroja la utilidad de producción del cultivo. De
esta manera, si no se vende el producto floral porque el ICA no expide
oportunamente un certificado, ¿Con qué dinero van a adquirir los agricultores
los abonos necesarios para la conservación de sus cultivos? Ello también es una
pérdida directa y una quiebra segura.
Llamado.- Es menester que el ICA, reflexione sobre su
accionar. La idea es hacer un llamado para que den trámite a la situación y
eviten poner en riesgo el bienestar de infinidad de familias que dependen de la
actividad floricultora. No es admisible jugar con las finanzas de los pequeños
y medianos productores, ya que los mismos son un foco de prosperidad para esta
región. Asimismo, es primordial que establezcan unas normas previas para que
los productores conozcan los requisitos exigidos para el funcionamiento del
cultivo con el fin de darle prontitud y celeridad al trámite. Además, es
indispensable que constituyan en la sede de Llanogrande una oficina de atención
para evitar desplazamientos hasta el corregimiento de Machado, Bello. La idea
es mejorar la calidad en la atención y los trámites para que los productores
cuenten con garantías de estabilidad. ¡La preocupación es enorme y hay que
prestarle la atención que merece!
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