La contienda electoral del año
presente estará sumergida por alianzas estratégicas. Todos los candidatos
tienen certeza de la necesidad de las mismas aun cuando es precaria la
compatibilidad en las propuestas.
Particularmente hay una coalición
que llama la atención. Miremos…
La denominada ‘Coalición
Colombia’; la cual, no es más que una alianza ficticia de sujetos que otrora se
cuestionaban en diversos espacios del panorama nacional. No obstante, ahora
posan de abanderados de la lucha en contra de la corrupción, cuando su
candidato, Sergio Fajardo, está contaminado por la misma. No solo presentan una
coalición ficticia sino también incompetente.
La senadora Claudia López, no
tiene idea de economía, de salud, seguridad o infraestructura, no es una
estadista, por tanto, no cuenta con las aptitudes para dirigir a una nación. El
senador, Jorge Enrique Robledo, es todo lo contrario, pero no cuenta con la
fuerza necesaria para llegar a segunda vuelta en una contienda electoral. Sin
embargo, el desacuerdo para elegir el único candidato estuvo cimentado en las
vanidades de Fajardo, quien sostiene expresamente ‘arrastrar a las multitudes
colombianas’. Un intrigante exagerado que, por tal ‘creencia’ fue designado.
Algunos, quienes no compartimos
sus postulados, esperábamos que fuese el senador Jorge Enrique Robledo, quien
representara dicha dignidad, a sabiendas de su incapacidad electoral para
llegar a segunda vuelta, pues independiente de ello, reúne las calidades y
cualidades profesionales. Y así lo esperábamos ya que entre Claudia López y
Fajardo, es el más coherente y estructurado, conocedor innato de la economía
rural; un estudioso prolífico de los problemas nacionales. En términos simples,
un estadista merecedor de ser candidato a la presidencia, puesto que conoce el
país y le cabe en la cabeza. Pero, para infortunio de la democracia, fue
escogido quien dejó a un departamento en Bancarrota. El déficit fiscal de
Fajardo en Antioquia, es proporcional al de Santos en Colombia. Para
profundizar sobre ello, posteriormente presentaremos sus desaciertos.
Ya podrán imaginarse…
Ello, directamente, pone en
entredicho la labor magistral de control político anti-corrupción de Jorge
Enrique Robledo, en la medida en que muchos no comprendemos como aceptó
integrar una coalición con un sujeto que padece innumerables cuestionamientos
por corrupción. Mucho menos, como permitió que el mismo sea el candidato en
representación directa de su partido, el Polo Democrático Alternativo. Fajardo
es políticamente, una farsa descomunal: no tiene presente el tipo de sociedad
que quiere, no brinda claridad sobre su posición frente a temas importantes
como la economía, la infraestructura y el desarrollo sostenible. Su discurso se
centra en una supuesta decencia que ni el mismo comprende, pues se adueña de la
misma como si los demás fuesen lo contrario. Siempre nos hemos preguntado:
¿Quién carajo se cree el señor Fajardo para cuestionar la humanidad de personas
que desconoce?
Nada más despreciable que hacer
política a través de juicios de valor, ignorando las realidades nacionales.
Pero, ello no es lo realmente grave…
Recordemos como el diputado del
Polo Democrático por el departamento de Antioquia, Jorge Gómez Gallego, actual
candidato a la cámara de representantes por el mismo partido, ejerció desde la
Asamblea Departamental, una férrea oposición en contra de los desmanes del
entonces gobernador, Sergio Fajardo. El control político fue abrumador y los
cuestionamientos en su contra, totalmente ponderados. Sin embargo, su posición
parece haber variado desde que su jefe, Jorge Enrique Robledo, optó por apoyar
al impoluto de Fajardo. ¡Qué tristeza!
Por la misma razón, no concebimos
ahora, cómo es posible que el Polo haya apoyado dicha candidatura. No solo es
un despropósito, sino también, una nauseabunda manifestación de doble moral.
Hemos advertido en reiteradas ocasiones la obligatoriedad de rechazar el
‘dinamismo político’, puesto que hasta en los partidos más férreos de oposición
se ha manifestado el mismo.
Mientras continuemos con ello, la
política continuará siendo el basurero de los que no sirvieron para nada más. Y
así es Fajardo, un hombre que pretende gobernar sin saber qué tipo de nación
anhela y, sin tener un programa de gobierno seriamente estructurado. No
presenta propuestas serias y aterrizadas sobre desarrollo económico, ni de
seguridad, salud, o infraestructura. Tampoco expone fórmulas para combatir el
déficit presupuestal, fiscal, y pensional que dejará Santos. Lo único que tiene
claro es el ámbito de la educación y, con él, también se queda corto para
aspirar a la presidencia de Colombia. Para rematar, no es el hombre decente que
pretende venderle a la ciudadanía. Es, brevemente, un digno representante de la
doble moral, pero hay quienes no abren los ojos por mantenerse sesgados ante
sus improperios. El país necesita propuestas serias, las cuales pueden
identificarse en otros candidatos, con excepción de Fajardo.
La invitación es que hagamos un
sano ejercicio democrático, pues se trata de nuestro futuro como nación.
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