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LA FARSA COMUNISTA


Confundir a la opinión pública mediante estratagemas, trampas, lazos y desviaciones de la realidad ha sido la forma más efectiva del neocomunismo mundial para consolidar la anhelada toma del poder. Esto sumado a la conjugación de todas las formas de lucha exige, según el neocomunismo revolucionario, utilizar las más repudiables formas a fin de lograr el objetivo: verbigracia, en Colombia han utilizado la infamia como método de supresión y de aniquilamiento moral.

De manera sistemática los neocomunistas del siglo XXI han ideado, planeado, ejecutado y consumado la desestabilización de los gobiernos que representan un muro de contención respecto a su irracionalidad. Aquellos populistas-neocomunistas autodenominados dizques ‘progresistas’ están divididos en tres peligrosos grupos.  

En primer lugar: los que posan de artífices de la equidad y la justicia social haciendo alarde de la falaz defensa de los menos favorecidos, cuando bien sabemos que son todo lo contrario puesto que enriquecen sus alforjas a través de aquellos. En este primer grupo encontramos los terroristas de Farc en el Congreso y sus aliados más cercanos, principalmente, aquel que perdura trasnochado en su aspiración a la presidencia, así como otro más que se caracteriza por ser un furtivo visitante de cárceles. 

En segundo lugar: los usurpadores que se han apropiado paradójica e ilegítimamente de los discursos anticorrupción como si aquel les perteneciera. Acá encontramos a un par de alcaldes que se autoproclaman adalides contra la corrupción, pero sólo basta observar sus actuaciones en la administración del erario; verbigracia, el manejo en la contratación pública para favorecer a sus círculos más cercanos, así como su obsesión de protagonismo irracional mediante peroratas y confrontaciones tendientes a desestabilizar al Gobierno Nacional.   

En tercer lugar: quienes, en sus insulsos devaneos y su oscura tibieza, sin más ni más, se autodenominan ‘combativos’ ante la polarización. A mi juicio, estos pueden ser doblemente peligrosos dado que, no toman posiciones fijas, pretenden quedar bien con todo mundo, son excesivamente acomodados, carentes de criterio para administrar, pero muy abundantes en su deplorable narcicismo.

¿Por qué el tercer grupo es más peligroso que los demás? Porque estos sujetos cuentan con vocación de victoria para una próxima contienda nacional electoral, y el crecimiento que han tenido ha sido exponencial, pues bajo el cuento de la “no polarización” han atraído a una gran proporción de incautos. Ahora bien, el único aspecto que nos debe quedar claro es el siguiente: todos son conejos del mismo cubilete que representan un peligro extremo para la democracia colombiana. He allí la necesidad de neutralizar el riesgo.

Luego, el asunto que debe preocuparnos sobremanera es que los tres grupos neocomunistas anteriormente expuestos perduran en su lucha para hacer de las suyas, lo cual, en el marco de una democracia, no debería ser grave si el común denominador de aquellos no fuera el mismo: son pésimos administradores, son ímprobos e improvisadores, carentes de rigor gerencial y racionalidad práctica, además, viven inmersos en lugares comunes, anhelos utópicos y deseos fantasiosos encaminados a destruir la res pública, la estabilidad democrática e institucional, el progreso, el desarrollo económico y el bienestar social del conglomerado.

Ninguna corriente política que haga uso de expresiones falaces es positiva para alguna democracia; tanto más cuando es la lucha de clases Marxista la que rige sus postulados. Las teorías marxistas desde la filigrana revolucionaria son generadoras de caos y corrupción, fracaso social, y, pobreza extrema degradante de la dignidad humana. 

Traemos esto a colación porque, en Colombia padecemos un peligro enorme por consecuencia del neocomunismo marxista asentado, ilegítimamente, en el Congreso y en algunas administraciones locales. Dicha corriente además de estar conformada por la facción tripartita que ya describimos, también se encuentra incrustada en la academia, en algunas agremiaciones y en escenarios que, relativamente han sido descuidados por los representantes del centro derecha: un sector determinante de las universidades tanto públicas como privadas, y, el gremio del arte, del cine, y la cultura. Estos sectores se sienten ignorados; por tal motivo, resultan brevemente enredados con la demagogia populista. No lo olvidemos: la farsa neocomunista es, excesivamente, oportunista. 

La acción es determinante: hay que comenzar a cautivar con creatividad todos y cada uno de los sectores descuidados a fin de consolidar una victoria contundente en 2022. Esa es la tarea.

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