Es la pregunta que nos hacemos,
puesto que, hace 20 días el Gobierno Nacional a través del decreto 444 del 21
de marzo del presente, asignó recursos a las entidades financieras, para que
estas pudieren otorgar créditos a las micro, pequeñas y medianas empresas
(MiPymes). El objetivo era salvaguardar el emprendimiento y la productividad de
uno de los sectores más débiles de la economía- golpeados, además- por los
efectos despiadados del Covid-19.
¿Qué está ocurriendo?
Recientemente, hemos encontrado infinidad de quejas de los pequeños empresarios
que no pueden acceder a créditos indispensables para pagar sus nóminas. Muchos
de ellos asisten a la respectiva entidad financiera con los papeles al día, con
las motivaciones necesarias y con el documento de nómina para el pago a sus
empleados, sin embargo, ello no es suficiente para que la entidad les conceda
el dinero. Preocupante sobremanera, porque con ello se presentará un efecto
bárbaro: miles de familias colombianas se quedarán sin comer.
El asunto es, ciertamente
precario, tanto más cuando observamos que la Asociación Colombiana de las
Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Acopi), le comunicó a un senador de la
república problemas de liquidez para mantener el pago de nómina, costos fijos,
y demás obligaciones tributarias y financieras. Ante ello, la reacción del
Gobierno debe ser inmediata, so pena de tener que soportar la quiebra de
quienes sí aportan al empleo, a la productividad y a la rentabilidad del
aparato productivo.
En reiteradas oportunidades lo he
manifestado: la quiebra de un pequeño y mediano empresario genera excesiva
hambruna, tanto para este y su núcleo familiar como para los trabajadores y los
núcleos familiares de estos. ¡El hambre no da espera! Mucho menos cuando se es
padre de familia, madre trabajadora cabeza de hogar, y, cuando se tiene a cargo
la responsabilidad de tres o cuatro niños a los que hay que alimentar
debidamente para garantizarles una formación óptima.
En mi opinión, luego de observar
lo que está sucediendo, tengo absoluta certeza de que existe una mala fe por
parte de las entidades financieras (así nos digan lo contrario) quienes desde
siempre han obrado según su propio beneficio. Razón tenía un banquero cuando nos
decía que su negocio no era una ‘casa de beneficencia’, dado que su filosofía
radicaba en acumular grandes riquezas. En principio, podría ser razonable dicha
respuesta puesto que nadie da apertura a negocios que no sean generadores de
utilidades, empero, ante la crisis que padecemos actualmente, hay que ser un
potencial y miserable rufián para mantener dicho pensamiento. No merece vivir
quien en épocas de adversidad no mira hacia abajo para ayudar a sus semejantes.
Luego, estamos en mora de que el
Ministerio de Hacienda y la Superintendencia Financiera pongan en cintura a las
entidades bancarias; como sea hay que obligarlos a cumplir las medidas
adoptadas por el presidente de la república. Si no lo harán por las buenas,
habrá que hacerlo por las malas, hasta el punto de reportar si es necesario a
las entidades que incumplan. El objetivo es claro e inmediato: ¡Necesitamos
salvaguardar a los MiPymes para garantizarles la alimentación y la subsistencia
a miles de familias!
Por otra parte, es indispensable
revisar la cadena de ayudas alimentarias que les están dando a los menos
favorecidos. Verbigracia, en Acacías- Meta se celebró un contrato de
compraventa de 5.000 mercados por un valor de más de cien millones de pesos en
el que- según la Contraloría Departamental- se presentaron sobrecostos en la
compra de papel higiénico, crema dental y arroz. ¿Cuál ha sido la reacción de
la Contraloría General de la República ante ello? ¿Qué ha dicho la Fiscalía?
Adicionalmente, también es
importante supervisar la colaboración alimentaria que están asignando en
ciudades principales como Bogotá y Medellín. Se han visto algunas
irregularidades ajenas a la misma contratación. En los barrios populares les
dan alimentos a los mismos de siempre, dejando de lado a otros que, verdaderamente,
viven inmersos en la miseria. ¿Qué pensará de ello el Gobierno Nacional?
¡Es en medio de una calamidad
nacional, cuando más requerimos del liderazgo eficiente, eficaz y efectivo de
nuestras autoridades!
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