Existen personas que son la
negación de la humanidad, efectivamente ello es el hombre de 38 años, llamado
Rafael Uribe Noguera: La perversión del crimen y de la maldad, disfrazada de
‘honorabilidad’, no es posible que pueda existir un prospecto con mayor sevicia
y frialdad para realizar un crimen que aquel. ¿Qué puede estar pensando una
persona supuestamente ‘privilegiada’ cuando decide someter al más intenso
sufrimiento a una criatura de 7 años?
La respuesta a esta pregunta
exige un análisis riguroso en materia psiquiátrica, psicológica, sociológica, y
jurídica, lo cual no es posible retratar en este artículo, sin embargo para
ilustrar la situación, podemos afirmar lo siguiente: este sujeto obró con dolo
y sevicia, porque conocía la conducta que estaba realizando, se pudo evidenciar
que la ejecutaba encontrándose dentro de las condiciones óptimas, sin consumir
sustancia alucinógena alguna al momento de la perfección del crimen, con plena
conciencia y sádica complacencia, infringiendo un intenso dolor a la víctima.
Desde la perspectiva jurídica ha
cometido un concurso de delitos abominables, tales como: secuestro simple,
acceso carnal violento contra menor, tortura, y feminicidio agravado. Según la legislación
colombiana, los tipos penales realizados conjuntamente en su totalidad, merecen
la pena máxima, equivalente a 60 años de prisión, que sin serlo, podrían
significar una cadena perpetua.
Desde la perspectiva psicológica
y sociológica, me atrevo a pensar que nos encontramos con un sujeto que fue
sometido a abusos sexuales o situaciones semejantes cuando era niño, con el
privilegio o la desgracia de que nunca lo asesinaron, tal vez por ello
manifestó dicha conducta en contra de la pequeña Yuliana.
Desde el ámbito
psiquiátrico, bajo mi criterio, es total y absolutamente claro que se trata de
un engendro social, debido a su mente podrida y retorcida, pero NO de un
inimputable, porque también se evidenció que la conducta realizada la planeó y ejecutó con premeditación, lo que demuestra
una escalofriante maldad, y una perversión calculadora para realizar el
ilícito. Un inimputable no tiene la frialdad, ni la perversión para gestionar
la ejecución de un delito, toda vez que éste actúa momentáneamente sin prever los
resultados y las consecuencias que surgen con la adecuación típica.
Observamos a un asesino en serie,
frío, calculador, y sobretodo sádico en la realización de la conducta punible;
cumplió con todas las etapas del Iter criminis, tales como ideación,
preparación, ejecución y consumación del delito, de esta manera sabía lo que
realizaba. Pero ello no lo es todo, al parecer sus hermanos, entre ellos un abogado,
intentaron alterar la escena del crimen, tratando de encubrir el ilícito con el
infortunio de que nada de lo realizado sirvió para engañar a la justicia.
Me conmueve pensar que ante dicha
situación, los hermanos hubiesen intentado alterar el crimen, más aun tratándose
de un profesional del Derecho, el cual parecer ser pésimo profesional, porque
al parecer fue el que hizo la absurda recomendación a su hermano de internarse
en una clínica por una supuesta sobredosis de cocaína, lo cual se comprobó que
era totalmente falso, pero en caso de que hubiese sido cierto lo anteriormente
mencionado, me tomaría el trabajo de preguntarle a ese cuestionado colega que: ¿Desde cuándo ingerir bebidas alcohólicas y consumir cocaína para internarse en
una clínica otorga calidad de inimputable? Me causa asombro que un “abogado” incurra
en semejante imprecisión, no sé si pensar que el problema se debe a que abundan
leguleyos en este país, o si es que el afán de ayudar a su hermano lo llevo a
obrar de una manera tan estúpida.
Como quiera que sea, buen o mal
abogado, si se logra comprobar que el
hermano de Rafael trató de alterar la escena del crimen, quedaría demostrado
que es un delincuente y por ende una porquería de persona, porque no comprendo
cómo alguien medianamente honesto puede tener la osadía de encubrir semejante
barbarie, personalmente no sería capaz de hacerlo, así se tratare de mi propio
hermano.
Ahora bien, ¿Qué intenciones tenían los
hermanos al internar a Rafael en una clínica? ¿Pretendieron engañar a la
justicia afirmando que el sujeto estaba borracho y drogado al momento de
ejecutar el crimen, y que por tal razón, no se encontraba consciente de su
conducta? ¿Tuvieron la intención de
burlar el sistema judicial, para que Rafael obtuviera un menor castigo? Los
hermanos de Rafael Uribe deben responder ante los estrados judiciales, y de ser
hallados culpables, no esperaría otra cosa diferente a que fueran castigados
con la mayor severidad posible.
Anhelo por la tranquilidad de
todos los colombianos que Rafael pase el resto de su vida en la Picota y no
salga de allí nunca más, es evidente que representa potencialmente un peligro
para nuestra sociedad, y no quisiera que una allegada a mí, o que cualquier
mujer tuviera la desgracia de encontrárselo en el camino, es por ello que deseo
con fervor que sea condenado a 60 años de prisión, porque merece sentir todo el
rigor punitivo del Derecho Penal.
A diferencia de muchos, no le deseo
la muerte porque sería un premio, por el contrario le deseo larga vida para que
sufra cada día de su estadía en prisión, ello es lo que le corresponde. De
antemano advierto que la intención no es ensañarme en contra de alguien, lo
único que pretendo es expresar el repudio excesivo que me causa el crimen de
una criatura inocente.
Como cualquier ciudadano común,
solicito y espero que el juez del caso imponga la mayor severidad en la condena,
no quisiera que el sistema judicial me sorprenda imponiéndole a ese asesino un
castigo irrisorio, de ser así me encontraría en un total estado de
estupefacción, y me avergonzaría toda la vida por haber estudiado Derecho. Estaré
atento a la condena, porque tengo plena certeza de que el castigo será
implacable.
¡A la pequeña Yuliana paz y amor
en su tumba, este crimen no lo podremos olvidar!
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