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ES EXCELENTE LA LABOR DEL ESMAD



Si hay algo que debe enorgullecer a los colombianos es la labor ponderada y acertada del Escuadrón Móvil Antidisturbios- ESMAD, porque contrarrestar y neutralizar a los vándalos criminales, para preservar el orden no es tarea fácil. En un país serio el ejercicio efectivo de la institucionalidad no debe tambalear ante el terrorismo urbano, pues la acción contundente del Estado tiene que ser imperante en los momentos de crisis. Verbigracia, los que atravesamos actualmente en Colombia.

Subvertir el caos, el desorden, la anarquía, la turba y la alteración de la estabilidad son prioridades en un Estado de Derecho. Tal cual, aquella es la función natural del ESMAD. Por ello es que nos preguntamos: ¿Por qué criticar a un escuadrón que ha cumplido cabalmente con la misión para la que fue instituido?

Es claro que cualquier abuso de la autoridad o uso excesivo de la fuerza debe ser sancionado con suma implacabilidad. Sin embargo, luego de revisar y analizar las situaciones concretas que se han presentado por estos días, encontramos que no ha habido acción que pueda reprochársele al ESMAD, toda vez que el mismo ha cumplido con el deber de repeler los crueles ataques que surgen por parte del vandalismo o, peor aún, del terrorismo urbano.

Luego, consideramos que es un despropósito enorme solicitar el retiro de dicho escuadrón de las manifestaciones, pues la presencia del orden y de la estabilidad está representada en aquellos uniformados que permanecen allí para salvaguardar la tranquilidad de los ciudadanos. Además, no es un secreto que en toda manifestación siempre aparece una turba minoritaria dispuesta a despedazar los bienes públicos y privados que con excesivo esfuerzo sostienen los colombianos que sí trabajan. Entonces: ¿Cómo pretender que la fuerza legalmente instituida no vigile lo que le compete?

Ahora bien, frente al caso del joven Dylan Cruz, encontramos una infinidad de inconsistencias que nos permiten inferir que, hasta tanto no se adelante una reconstrucción seria del hecho, resulta plenamente irresponsable inferir que hubo un homicidio por parte del agente del ESMAD. Quienes se han atrevido a prejuzgar al funcionario- entre estos “prestigiosos” medios de comunicación- están cometiendo un error garrafal que, de demostrarse lo contrario, daría lugar a responsabilidades enormes por perjuicios morales sobre el agente. ¿Lo sabían?

Aunque lo que nos preocupa sobremanera, es que en Colombia se está presentando un fenómeno adverso con nuestra juventud; los jóvenes ven en la fuerza pública a su peor enemigo, cuando es todo lo contrario. La inversión de valores es abrupta: el malo es valorado como una deidad, en tanto el bueno es mancillado por la misma sociedad.

Y ello obedece a una estrategia oscura de la izquierda radical, cuyo resultado es conocido mundialmente, dado que haciendo uso de todas las formas de lucha le restan legitimidad a quienes cumplen con su deber y son contrarios a sus mezquinos intereses. Esa es la estrategia de la anarquía: matonear a quienes hacen presencia para contrarrestarla. De allí comprendemos porqué los mismos populistas que se oponen a la labor del ESMAD son aquellos que rechazan las fumigaciones áreas y los bombardeos al terrorismo. ¡Entre camaradas buscan protegerse! 

Como la cereza del pastel, hemos comprobado una y otra vez que los primeros en cuestionar a los militares y a los policías que ejercen idóneamente su función, son sujetos que sin pagar un solo día de cárcel sí desangraron a Colombia, pero impunemente hoy disfrutan de las mieles del poder. De verdad, ¿Una sociedad seria cómo puede permitir que vulgares asesinos cuestionen a los héroes destinados a combatirlos? 

¡Qué desvergüenza!

Colombianos: Debemos desenmascarar la falacia de la izquierda revolucionaria, que pretende hacernos creer que la fuerza pública es mala y la anarquía es buena. No permitamos que se inviertan los valores de la sana democracia. Respetemos las instituciones y sometámonos al imperio de la ley. ¡No nos dejemos engañar y valoremos la labor del ESMAD! 

ADENDA: Feliz año. ¡Dios los bendiga!

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