Al país lo han gobernado durante
más de 50 años los dirigentes tradicionales de siempre. Y no se ha presentado
un cambio efectivo por consecuencia de dicha realidad. A los políticos les
quedó duro reinventarse, y aunque muchos han tratado de reencaucharse, la tarea
no les ha sido fácil. La cosa es sencilla: quien es, no deja de ser. Es así
como comprendemos que, en esta coyuntura los ciudadanos, cada vez más, están
manifestando su animadversión e incredulidad frente a la clase política
colombiana. A los politiqueros ya no les creen mucho y sus pretensiones día a
día van cuesta abajo. Se les está acabando el reinado corrupto en el que se han
enquistado, empero, ahora presenciamos a millones de colombianos altivos e
indignados, diciéndoles a los de siempre: ¡No los queremos más!
Para nuestro beneplácito, todas
las generaciones, bien sean los jóvenes, los de segunda y los de tercera edad
reclaman un nuevo aire en la política, es decir, nuevas caras, nuevas ideas,
así como propuestas sanas y refrescantes que logren satisfacer sus necesidades.
Ahora sí es verdad que, el constituyente primario se está encargando de
implementar el anhelado cambio. Y en efecto, ello es lo que está ocurriendo con
las elecciones regionales que se avecinan en este 2019.
Independiente del poder oscuro de
las maquinarias y del dinero sucio que continúa comprando conciencias en las
elecciones, encontramos a una gran proporción de jóvenes postulando sus nombres
para aspirar a alcaldías, concejos municipales y asambleas departamentales, lo
cual nos alegra sobremanera porque, allí está reflejada la legítima intención
de arrebatarles el poder a quienes lo han mal- utilizado para su propio
beneficio. ¡El panorama es alentador!
Por lo antecedente consideramos
un menester patriótico apoyar a esas juventudes decentes, que, además están
desproveídas del poder de las grandes maquinarias y de las mega estructuras
para hacerse al poder. Debemos valorar el sano ejercicio democrático de las
nuevas caras, como, por ejemplo, emprender un proyecto político a una
gobernación, alcaldía, asamblea o concejo invirtiendo recursos mínimos, dado
que, se han propuesto derrotar el paradigma ordinario según el cual “para hacer
política se debe contar con una fuerte chequera”. ¡Deplorable falacia!
Como bien decía el doctor Álvaro
Gómez Hurtado: “Debemos volver a lo fundamental”. Tal cual, lo fundamental debe
ser emprender un proyecto político sin tener que comprar voluntades y
coaccionar a los electores. La competencia debe ser sobre lo superior y para
ello es vital apoyar a quienes quieren cambiar los hilos de la patria, puesto
que cuentan con la determinación para hacerlo.
¡Ha llegado la hora de las nuevas generaciones y de sus liderazgos!
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