Desestabilizar la gestión del
presidente Duque ha sido la tarea de algunos políticos incendiarios que,
pretenden pavimentar sobre sus cenizas la anhelada toma del poder (2022).
Sumado a ello, la negación de mermelada es, actualmente, la causa de algunos congresistas
para convertirse en un palo en la rueda. La idea de dichos sujetos- en su gran
mayoría de ingrata procedencia- no es elaborar una oposición propositiva y
constructiva, sino despedazar cualquier iniciativa presentada por el Gobierno
Nacional. Y así asumen la cuestión: sesgados por el odio y el rencor. ¡No le
busquen más!
Acá el asunto es meramente
ideológico, dado que, el debate no puede elaborarse desde lo inferior,
verbigracia, insultos, virulencias y difamaciones, sino, resaltando la
importancia de lo superior: las ideas, los proyectos y las propuestas, porque,
elaborar control político es la función inherente de todo Congreso, siempre y
cuando se haga con seriedad y responsabilidad, ignorando cualquier
apasionamiento irracional, que, ponga en riesgo efectivo los intereses
superiores de la patria.
Infortunadamente, algunos
“dirigentes” confunden el ejercicio de una labor idónea de control, para
arremeter contra aquel que consideran su verdugo. Y es acá donde se presenta el
problema: deplorable rezago observar al presidente de la república como un
bribón, únicamente por oponerse a la repartija de puestos, prebendas y
contratos. Lo antecedente nos demuestra que nuestra clase política,
mayoritariamente, está más que podrida. ¡Qué dolor!
Como si fuera poco, hay quienes
sostienen en los mentideros políticos que, bajo la mesa se ha pactado un
despreciable acuerdo en el Congreso, consistente en entorpecer la labor del
Gobierno Nacional, con el fin de debilitarlo sustancialmente, pues el
legislativo fungiendo como junta directiva del ejecutivo central, cuenta con
las facultades necesarias para devastar a la gobernabilidad. Tal cual, ello es
lo que estamos presenciando. Para la muestra un botón, vale la pena mencionar a
Vargas Lleras, aquel ex- vicepresidente de ingrata recordación, que agarraba a
madrazos a sus subalternos y, que, además de ello hacía campaña con las obras
de infraestructura, ejecutadas con el dinero del erario. Para nuestro fortunio,
aquel hombre déspota, pendenciero y autoritario se quemó.
¡Un sujeto así no podía llegar al
poder!
Ahora, el tristemente célebre
Vargas Lleras, ha emprendido la tarea de rebuscarse proyectos inviables para
hacerle contraposición al presidente que, electoralmente lo derrotó. Y para
ello ha utilizado a la colectividad con más cuestionamientos por corrupción en
Colombia- Cambio Radical- con miras a lograr su propósito. Pero, con tan mala
suerte que algunos de sus discípulos se le han salido de las manos.
Adicionalmente, para agravar la crisis, ciertas encuestas de favorabilidad no
le han ayudado al presidente Duque. Y, hasta ahora, no se han elaborado los
ajustes ministeriales necesarios para enfrentar el riesgo de gobernabilidad que
se presenta.
Creemos que el Gobierno actual
requiere de ministros probos y experimentados que sepan sortear las
adversidades provenientes de un Congreso enfurecido y ávido de mermelada. Es
así como urge realizar las respectivas modificaciones en algunos despachos del
gabinete, dado que, en tanto no se haga lo propio, incrementará el caos para el
Gobierno Nacional.
Valoramos el talante del
presidente Duque para acabar con la nefanda mermelada, pero para ello hay que
reunir un vigoroso grupo de ministros que tengan conocimiento de la causa. Por
ello, consideramos que los ministros no pueden ser únicamente académicos, pues
también es fundamental que sean políticos entrenados para contrarrestar el
malsano ejercicio de lo público. Principalmente, cuando sabemos que Colombia es
un país difícil de gobernar, por consecuencia del Congreso Nacional, espurio y
desprestigiado como el que más.
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