Es menester destruir el
microtráfico de la ciudad para soñar con una Medellín en paz, dado que, las
denominadas ollas de vicio son las generadoras directas de violencia, miseria y
drogadicción. Bien sabemos que, desde que se ha puesto de moda vender bareta y
perico en una esquina por cualquier peso, infortunadamente, son muchos los
jóvenes adolescentes que quieren incursionar en tan deplorable actividad. Esa
es la problemática por derrotar. Y los responsables de ello son los combos
delincuenciales, pues son estos quienes le han hecho creer a la juventud que la
actividad es rentable cuando bien sabemos que ello es falso, porque, además de
ilegal, emula una total explotación económica.
¿Qué ocurre? Que mientras los jefes se lucran del negocio, hay un joven como carne de cañón que está exponiendo su vida e integridad por unos miserables centavos, los cuales se traducen en desagradables migajas. Lo preocupante es que los expendios de droga crecen cada vez más y los bandidos disfrutan por consecuencia de esta grave realidad. Entretanto, en Medellín abundan las plazas de vicio en cada esquina de la ciudad. En las comunas 4, 10, 14 y 15 se encuentran las cuatro ollas principales, las cuales se subdividen en diversos expendios que están ubicados en los sectores más importantes de la ciudad. ¡Están regadas por todos lados!
La Fundación Paz y Reconciliación
ha manifestado en sendos informes que, en Guayabal y Barrio Antioquia, muchas
familias se dedican a diferentes actividades relacionadas al microtráfico:
algunos se dedican a administrar y a rendir cuentas a los distribuidores, otros
a dividir el producto que llega, algunos se encargan del menudeo en las calles
y, particularmente, los menores de edad se dedican a vigilar. De la misma
manera, se ha manifestado que, en la Comuna 10, conocida como La Candelaria,
ubicada en el centro de la ciudad, luego de una intervención policiva en el año
2013, la problemática se trasladó a otras zonas céntricas de la ciudad.
Asimismo, según la Fundación, la
tercera olla estaría en la Comuna 14, El Poblado, donde afirman que se
comercializa droga por menudeo a través de vendedores ambulantes en el Parque
Lleras, principalmente a los extranjeros que llegan anhelando droga y sexo.
Aunque, se aclara que, en esta zona no se podría hablar técnicamente de una
plaza de vicio. Lo cual consideramos errado porque el proceder es semejante al
de las demás. Como si fuera poco, se ha denunciado que el expendio de drogas se
extiende al interior de algunos establecimientos comerciales donde se ha observado
que ofrecen paquetes turísticos que, además de incluir alojamiento, también
ofrecen ventas de sustancias alucinógenas y servicios sexuales.
Finalmente, sostiene la misma
fundación que, la cuarta ‘olla de vicio’ de la ciudad, ubicada en la Comuna 4,
Aranjuez, es factible observar la existencia de inquilinatos y de zonas que se
dedican a la venta de marihuana y bazuco. Y en esta se presenta una
problemática adicional, toda vez que se trata de una zona estratégica que está
ubicada en los límites de tres comunas más, las cuales son: la comuna 10, la
Candelaria. La comuna 8, Villa Hermosa y la comuna 3, Manrique. ¡Qué problema!
En nuestra opinión, tenemos plena
certeza de que, si estas ollas carecieran del apoyo de nuestros jóvenes y se
combatieran diariamente con la misma intensidad, el negocio ya se hubiere caído
sustancialmente y su desarticulación fuera eficaz.
Creemos que ha faltado un trabajo
de mayor rigurosidad. Por ello, la labor de destrucción debe ser constante y
mancomunada. Pero aquella, debemos reforzarla con la generación real de
oportunidades educativas con calidad, así como alternativas de empleo,
recreación, deporte y cultura. Solo así le arrebataremos nuestra juventud a las
redes criminales, ya que no hay otra forma de impactar positivamente a los
jóvenes que son víctimas de la marginalidad. ¡El trabajo debemos intensificarlo
sin misericordia!
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