La reforma tributaria aprobada es
un robo legitimado, dirigido a los colombianos; múltiples desbarajustes se
aproximan para las familias y empresas porque la contracción en materia fiscal
será incalculable. El desequilibrio monetario golpeará el patrimonio de los
pequeños y medianos comerciantes, las grandes industrias, así como las pymes
padecerán mayores cargas tributarias, con ello, directamente disminuirá la
inversión y el empleo. La situación es
clara: a mayores impuestos, menor crecimiento. De ahí podemos deducir el futuro
de Colombia.
En materia fiscal es fundamental
aplicar políticas expansionistas que permitan reactivar la economía, más ahora
cuando atravesamos por un período de
recesión. Es primordial contar con un aumento del gasto público, y con menores
impuestos, ello con el fin de disminuir las cargas y los costos en el sector
privado. El adefesio tributario aprobado
recientemente por el congreso, no es más que una bicoca organizada por el
Gobierno Nacional, con el fin de recuperar el dinero perdido del Erario, por
cuenta del despilfarro y el derroche monetario. En el caso nuestro es menester
implementar una política de planeación estratégica que supere los 60 años, sólo
así podremos salir de la crisis dineraria.
Una reforma que exige un mayor
pago de tributos a los ciudadanos, se convierte en una política fiscal
contraccionista, y no hay algo que pueda
traer más miseria y desgracia para un país que abusar del bolsillo de los
gobernados. Se está desincentivando la industria, el comercio y cualquier
actividad económica producto del emprendimiento y la innovación, ya que gran
cantidad de personas sienten temor de crear su propia empresa, debido a la
desproporcionada obligación fiscal, pues nadie quiere adquirir más compromisos
tributarios, con los existentes es más que necesario.
En Colombia una empresa paga más
del 70% de su utilidad, constituyéndose en un significante desequilibrio para
los emprendedores que desean ejecutar cualquier actividad económica. El
conflicto para los colombianos no surge exclusivamente por la falta de capital,
sino también por la elevada tasa de impuestos que tienen que pagar.
Lo tramitado es un perjuicio
efectivo, porque la obligación impuesta lesiona a todos los
sectores económicos y sociales de la nación. La ciencia y tecnología, la
tasa del IVA de 19% para toda clase de productos, el 4 x 1.000, la recreación,
la renta, y el mono-tributo (para tenderos, panaderos, peluqueros, entre
otros) perjudican las fibras patrimoniales de toda la economía. El
aumento en los aspectos anteriormente señalados es exorbitante y producen un
detrimento en las finanzas personales del ciudadano común.
Las medidas tomadas únicamente
son necesarias para organizar el déficit fiscal generado por la
dilapidación económica que ha generado
el Gobierno Nacional, es imposible pretender tapar el sol con una mano, sin
embargo el presidente ha encontrado la manera de hacerlo: transfiriendo el
costo de su mala administración a todos los colombianos, de esta manera
pretende lavarse las manos; no se me olvida la promesa del candidato Santos
realizada en el 2010, donde fue enfático en afirmar que no incrementaría los
compromisos tributarios, todo no fue más que un palurdo engaño.
Decía el francés Frédéric
Bastiat: “El mal economista persigue un beneficio inmediato que será seguido de
un gran mal en el futuro, mientras que el verdadero economista persigue un gran
beneficio para el futuro, aun a riesgo de un pequeño mal en el presente”. Así
pues, el presidente Santos es un pésimo economista, lleva aproximadamente 7
años persiguiendo beneficios inmediatos con el fin de ejecutar lo que le place,
ignorando las consecuencias nefastas que le sobrevienen al conglomerado.
No satisfecho con robarse la
victoria del plebiscito, a través de una desvergonzada Corte, ahora nos impone
más tributos infundados. Su idea era clara: anularnos como democracia, y
obligarnos a pagar el hueco patrimonial que de manera desidiosa ha generado.
ADENDA: Es pan de todos los años no alcanzar
una negociación con los empleados, por tal razón el Gobierno siempre impone un
salario mínimo pésimamente decretado. Si quieren observar la mayor prueba de
miseria y desdicha humana, los invito a analizar la remuneración y la calidad
de vida de estos ciudadanos, les aseguro que es un motivo suficiente para
sentirse como el ser humano más desvalorado.
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