El dictador Nicolás Maduro,
atrapado en su fatal circunstancia, insiste en enquistarse en el palacio de
Miraflores. Y su energía parece desvanecerse en su propia ridiculez, dado que
el sátrapa poco a poco va decayendo como el que más. Ahora, observamos a un ser
delirante, que no sabe lo que dice, que se comporta como un potencial
esquizofrénico y, que está sumido en la desolación absoluta que le produce su
propio miedo.
Observamos como el pavor
descomunal invade a un dictador al que están apretando sin consideración. Y así
es porque el pueblo lo encara con ahínco, lo enfrenta con gallardía, y no duda
en salir a marchar a las calles para manifestarle su repudio absoluto. Con ello
comprendemos que la cobardía de Maduro es proverbial, pues ahora encontramos a
un sujeto con claros rasgos de
agorafobia- entendida esta como la sensación anormal de angustia ante
los espacios abiertos y, particularmente, en calles y plazas amplias. ¡Está
perplejo del miedo!
Maduro ya no sale; ahora mantiene
más custodiado que nunca; gaguea en la más mínima expresión, y, su mirada está
perdida en los anaqueles de la desgracia. ¡No es para menos!
Actualmente, presenciamos a un narco-presidente abatido, preocupado, abandonado; vuelto añicos. Sus aliados China y Rusia son hipócritas. Únicamente van detrás de ciertos intereses geopolíticos, los cuales, se surtirán ineficaces gracias al desprecio que padece dicho régimen en la región. Frente a China, Maduro está empeñado. Y con Rusia, no goza, si quiera, de la más mínima credibilidad. Allí solo hay una relación de pura conveniencia. El problema es que para sus aliados ahora sí se convertirá en un grave problema. Lo que los llevará a desterrarlo.
Más temprano que tarde, Putin
y Xi Jinping, le darán la espalda. Y así
será, porque ni las más grandes potencias, tendrán la capacidad de contener a
un pueblo enardecido, que se agotó de la opresión de un nefando régimen
totalitario- socialista. Como bien lo dijo el gran ministro británico, Winston
Churchill: el socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia
y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria
de la miseria.
Tal cual así lo hemos comprobado:
Venezuela actualmente padece el mayor endeudamiento per cápita de la historia
(cuando era el país más rico de Latinoamérica) con una deuda externa
insostenible que supera los 155 mil millones de dólares. Además, no produce
nada, su sistema agrario está desabastecido, no exporta ni comercializa
productos agrícolas. Nada más ni menos que PDVSA, pasó de producir 3.5 millones
a escasos 800 mil barriles de petróleo. Como si fuera poco, no construyen una
sola obra pública, verbigracia, ni una vía 4G, ni una central hidroeléctrica,
ni un puerto de desarrollo. ¡Nada!
Pero, para fortunio de todos, la
nación hermana ahora cuenta con un presidente interino, admitido por Estados
Unidos y por la mayoría del vecindario, lo cual es positivo, porque aquel podrá
nombrar embajadores en las naciones que lo han reconocido. De la misma manera,
podrá entablar pactos comerciales encaminados a la mejoría de un sistema
económico, que se encuentra burdamente golpeado por la miseria monumental. La
esperanza está más latente que nunca.
Luego, es motivo de tranquilidad
que Juan Guaidó sea el presidente de la transición, porque será este quien
logre convocar unas elecciones transparentes, en las que se elija al verdadero
líder natural, idóneo y capacitado, para dirigir los hilos de la nación hermana.
Por ello, luego de recibir el respaldo de Estados Unidos y de la comunidad
internacional, es pertinente reconocerle su valor por haber tomado la decisión.
El restablecimiento de la
democracia está cada vez más cerca y la caída de Maduro es inminente. Como bien
lo hemos dicho en este espacio: la justicia norteamericana lo pondrá a buen recaudo. Y detrás de él
caerá su séquito de mafiosos.
¡Ahora sí es cierto que está
acorralado!
Posdata: Con el embargo petrolero
de Venezuela, lo descrito anteriormente, cobra mayor certeza. Lo que medio
sostenía al tirano era su escasa exportación de barriles de petróleo. Ahora con
esto, Estados Unidos lo está golpeando directamente en la yugular. ¡Ya no hay
lugar a la vacilación, la situación es precaria!
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