El incendiario líder de la
Colombia humana está llevado en sus cenizas, dado que ha padecido situaciones
de gran impacto en estos últimos días. Y es que Gustavo, un agitador
profesional, está viviendo el linchamiento de su propia medicina, pues
últimamente ha tenido que soportar a la mayoría de un país que no lo perdona y
que lo tilda de farsante hasta rabiar. Primero, por su actividad criminal
impune dentro del M-19, donde hizo y deshizo sin que lo sancionaran como
corresponde. Segundo, porque muchos colombianos
han comprobado que aquel no es la atalaya moral que pretende ser. Lo cual ha
generado una frustración proverbial, incluyendo a su mismo grupo de seguidores.
¿Quién lo creyera?
Como si fuera poco, el
tristemente célebre senador está muerto de miedo porque, carga sobre su espalda
un riesgo inminente de que las autoridades judiciales lo pongan a buen recaudo.
El hombre tiene certeza de sus enredos y ve difícil salirse de aquellos. Y no
es para menos luego de que la Corte haya confirmado su sanción patrimonial por
el descalabro económico del sistema de Transmilenio cuando mal-gobernó la
capital de la república, además del reciente y repudiable vídeo en el que
recibía dinero como un bribón quien sabe de quién, ni para qué. Posiblemente de
‘El Loco Barrera’ o de algún “comerciante”, sabrá el demonio con qué fines.
Ahora, recientemente, observamos
como el CNE (Consejo Nacional Electoral) se mantuvo en su decisión de no
reconocerle personería jurídica a su ‘Colombia Humana’, lo que lo deja sin
partido y sin plena representatividad en el Congreso de la República. En
términos simples, Gustavo Petro, no goza del reconocimiento debido, ni
articulando los supuestos 8 millones de votos, que, según él, le pertenecen.
Sumado a ello, observamos que su aspiración presidencial se desvanece en las
fauces del fracaso, toda vez que deberá pagar más de 300 mil millones de pesos,
si es que desea candidatizarse en el 2022. Ni en cuatro vidas saldaría ese dineral.
Ni con la ayuda de cientos de colombianos. ¡Está fregado!
Sin más ni más, observamos que la
mala hora alcanza a quien padece una grave condición humana.
Particularmente, no tenemos nada en
contra del doctor Petro, pero sí creemos que son abundantes sus pendientes con
la justicia. Es común que una persona padezca una situación así; lo
cuestionable es que precisamente sea quien se ha apropiado del discurso de la
transparencia- anticorrupción. ¡Pura doble moral!
Finalmente, el adagio popular de
la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio le cae anillo al dedo a la
izquierda recalcitrante; ellos que han sido tan buenos para señalar con el
moralómetro de la honestidad, hoy se la pasan lloriqueando por la situación de
su líder natural. ¿Qué tal que, en la situación de Petro, estuviera Uribe? ¿Cómo fuera la reacción de la mamertera
irracional?
¡Leo los comentarios,
principalmente cuando son de izquierda!
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