El incendiario senador y ex-
candidato presidencial, Gustavo Petro, está padeciendo el rigor de la
desolación y del linchamiento social. Posar hasta hace unos días de atalaya
moral, dueño de la integridad y la transparencia, para luego encontrarse inmerso
en la picota pública por unos fajos de dinero es, de lejos, una situación
abrumadora. De la misma manera que lo es, padecer una sanción fiscal de miles
de millones y un fallo ad- portas de un alto tribunal, que seguramente lo
sepultará con cualquier aspiración política, verbigracia, su malhadada meta
presidencial.
Y es que se trata de una fatídica
pesadilla para el líder de la ‘Colombia humana’ puesto que ni levantando a
candela a un país entero, como acostumbra, podría retroceder y ocultar
semejante oprobio. Quiera o no tiene el Cristo a sus espaldas al tratarse de
cuestionamientos innegables basados en hechos meramente objetivos.
Primero, la sanción de la
Contraloría Distrital de Bogotá, por ocasionar un detrimento económico al
distrito capital disminuyendo irresponsablemente el costo del servicio de
Transmilenio. Segundo, por recibir un dinero posiblemente no declarado ante la
ley, bien sea a título de donación o préstamo, proveniente según Petro del
cuestionado arquitecto Simón Vélez y según la versión de un abogado penalista
del mafioso alias ‘El Loco’ Barrera. El arquitecto manifiesta no haberle
prestado nada, y el abogado adujo sólidos elementos fácticos y jurídicos para
interponer su denuncia.
¿A quién creerle?
Pero como fuere no deja de ser
inadmisible ver a un alto servidor del Estado,
dizque alternativo por su rectitud, metiendo ocho gruesos fajos de
billetes en una tula de plástico, mientras sonríe en medio de la clandestinidad
como un bribón desmesurado. Allí sin duda alguna, debe haber algún torcido. Y
tan es así que la investigación del abogado De La Espriella arrojó serias
hipótesis de la ilegalidad rampante, dado que muy probablemente se trataba de
un vídeo del año 2009 y no del 2005.
De manera que, si así lo fuere,
no ha prescrito todavía la acción penal y de encontrarse una conducta ilícita
el ex- guerrillero podría ser procesado. No obstante, más allá de todo esto, lo
curioso es que Petro, que tanto se ufanaba de su honestidad, haya incurrido
posiblemente en la misma práctica de los politiqueros tradicionales, pues se
creía diferente, pero ha dejado de manifiesto ser un infame truhan.
Además, su farsa ha quedado en evidencia, hasta el
punto de presenciar enormes incoherencias y contradicciones en sus recientes
declaraciones, pues en su último pronunciamiento sostuvo afirmaciones tan
absurdas como que: el cuestionado arquitecto Simón Vélez guardaba su plata en
tarros de la cocina; un supuesto Hacker tomó el video; que alguien quería
extorsionarlo por trabajo; y que un amigo le consiguió el dinero. Pero lo más
infame de todo: que él sabía que lo estaban grabando, pero prefirió guardar
silencio para obtener dizque un registro. Habrase visto semejante mentira. Tras
de populista, es un culebrero enredador. ¡Que no nos crea tan pendejos!
Ahora bien, consideramos que por
respeto al debido proceso es menester que se adelanten las investigaciones
correspondientes sin prejuzgar. Sin embargo, a título personal estamos
convencidos de una retorcida conducta que merece toda la atención. Claro está,
sin descuidar otros asuntos claves como Odebrecht.
Entretanto, qué bueno fuera
preguntarle a Claudia López, a Jorge Robledo y a Daniel Quintero, candidato a
la Alcaldía de Medellín, que posición objetiva les merece el particular. Hasta
ahora han guardado silencio y ello no es espontáneo. Están con el rabo entre
las patas y no tienen argumentos para defender a su homónimo. ¡Sean serios,
farsantes!
Luego, sin más ni más: Qué señora
empelotada le han pegado al populismo, ya vemos que son lobos disfrazados de ovejitas.
Como decían las abuelitas: ¡Primero cae un mentiroso que un cojo!
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