La política es el arte de
gestionar los recursos para garantizar los derechos sociales y económicos de
los pueblos. Los gobernantes son aquellos sujetos que toman las decisiones más
importantes dentro de la sociedad, correlativamente, los gobernados son quienes
están sometidos a la voluntad del soberano que, en este evento, es el mismo
gobernante.
Comprendemos, entonces, que
quienes toman las decisiones más importantes dentro de la sociedad son
asignados mediante voto popular por los gobernados, presentándose así una
dualidad entre unos y otros, pues el gobernante no reuniría su calidad si el
pueblo no le concediera su mandato. Dicha dualidad- que es básica por demás-
deberíamos comprenderla con conciencia y sentido de pertenencia dado que por la
inobservancia de esta es que, diariamente encontramos seres despreciables
infestados en el poder del Estado.
Si los ciudadanos participáramos
a través del control social y de las veedurías, con mayor activismo en los
asuntos públicos, nuestra clase política fuera radical y sustancialmente
diferente, toda vez que no les daríamos ápice para desviarse de la Constitución
y de la ley. Asimismo, no encontraríamos a tantos sujetos de la fauna política
colombiana apropiándose de los recursos públicos, ni mucho menos elaborando
canonjías o triquiñuelas para su propio beneficio y para el de los suyos. Por
el contrario, podríamos gozar una clase dirigente transparente, proba, técnica,
cualificada y calificada para el ejercicio de lo público.
Adicionalmente,
infinidad de personas brillantes postularían sus nombres para ejercer cargos de
elección popular, incentivando el cambio, la renovación, y, contrarrestando la
sucia politiquería.
Es por esta razón que, debemos
inmiscuirnos en la política, pues es menester estar al tanto de aquello que nos
concierne a todos, esto es, el bienestar general. Además, en nuestra calidad de
constituyente primario, integrante de un conglomerado social, debemos
satisfacer los deberes democráticos que nos impuso nuestro modelo de Estado
desde el año 1991. Y entre ellos está, el ejercer control a las autoridades
administrativas para obtener una correcta administración en el erario
colombiano.
No podemos ser apáticos a nuestro
futuro; tenemos que comprender de una vez por todas que, independiente de
nuestra ideología, visión o filiación política, contamos con ciertos menesteres
pertenecientes a todos de manera abstracta. Y son estos los que nos deben
motivar a estar relacionados en el acontecer político y administrativo local,
regional y nacional.
Hagámoslo por nuestro futuro,
pero principalmente por la beatitud de las generaciones venideras. ¡Así
construimos cultura política!
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