Recientemente se aprobó el
presupuesto para el año 2019 por una suma total de $258,9 billones de los
cuales más de $51 billones estarán destinados para responder con la deuda de
4,8 % del PIB. El balance se traduce en un aspecto aparentemente positivo porque
dichos recursos del 10,9 % son sustancialmente superiores a los del presente
año. Encontramos que para la educación se aprobaron $41,4 billones, seguido por
Defensa con $33 billones, y para Salud con $32 billones.
Como bien lo reflejan las cifras,
la prioridad actual del Gobierno Nacional es contribuir con más dinero para la
educación de todos los colombianos, pues aquella como derecho colectivo debe
ser prioridad en un Estado Social. No obstante, consideramos que ello no es
suficiente para darle un tratamiento óptimo a la crisis coyuntural que padece
nuestro sistema educativo, dado que se
quedan cortos para proporcionarle una solución adecuada al caos. Verbigracia,
en materia de educación pública superior un déficit que asciende 19 billones de
pesos no se sanea con una mínima porción de esos 41.4 billones, ni con un
billón de las regalías, ahora mucho menos con 500 mil millones de pesos. Aunque
claro está que no contamos con mejores alternativas, no deja de ser una realidad
que, ese dinero destinado se traduce en ‘pañitos de agua tibia’, además estará
destinado a perderse ya que el problema radica en su estructura y en su
funcionamiento. La situación preocupa sobremanera y todo tiende a empeorar
porque la cuestión más que recursos, requiere previamente de una reforma sustancial y estructural.
Ahora, si bien es cierto que las
buenas intenciones del Gobierno relucen como las que más, el estado actual de
la economía nacional impide tomar otras medidas más efectivas para sanear las
finanzas en materia social. Ya no hay lugar a más endeudamientos para
satisfacer derechos sociales, puesto que ello incrementaría mucho más el
déficit fiscal. Adicional a esto, hay que tener en cuenta que, en materia de
defensa deben fortalecerse con mayores recursos importantes instituciones como
las fuerzas militares y la policía nacional, quienes cada vez más se encuentran
inmersas en la desidia y en la desmotivación funcional. Hace unos días
conocimos la alarmante noticia en la que se manifestó el retiro durante los
últimos 5 años de 40 mil soldados pertenecientes a las tropas colombianas. ¿Qué
sucedió allí? Y ¿Cómo se ve ello reflejado en el presupuesto?
Hasta tanto,
nadie ha dicho nada, lo cual inquieta en forma mayúscula.
Luego, a algunos les puede
parecer positivo saber que el hueco fiscal para el 2019 no será de 25 billones
como se anunció al inicio, sino de 14 billones. Particularmente, consideramos
que no hay algo positivo allí por cuanto tampoco hay con qué sanear esos 14
billones. Sin embargo, para ello han anunciado la esperada reforma tributaria a
través de una mutación de nombre, dado que ahora la han denominado ‘ley de
financiamiento’. Frente a esto, reconocemos que, nos duele abruptamente una
nueva reforma, pero asumimos que la misma es necesaria, pues acá tampoco hay
mejores alternativas para alcanzar una pronta mejoría.
Finalmente, en materia de salud
las EPS continúan prestando su vulgar servicio en medio de la arbitrariedad.
Los regímenes contributivo y subsidiado son una grosería monumental, y, hasta
tanto tampoco hemos visto voluntad de reforma por parte del Gobierno Nacional.
Entretanto, la situación empeora notablemente y los colombianos fallecen
reclamando un sistema de salud óptimo y oportuno que atienda sus calamidades.
Esto nos demuestra que, de nada sirve invertir recursos si no se efectúa
previamente una reforma sustancial y estructural.
En nuestra opinión, se habla
mucho de recursos y de presupuesto para salud y educación, pero
desafortunadamente ello no es garantía de soluciones eficaces. El panorama es
desalentador y tristemente observamos que en cuatro años poco o nada podrá
mejorar. El Gobierno está obrando con probidad y diligencia, empero, debe
comprender que para mejorar en educación y salud es primordial efectuar
previamente reformas serias a dichos sistemas. De no hacerlo, de nada servirán
todos los recursos que se destinen en ello puesto que los mismos estarán
determinados a perderse.
El mensaje para el Gobierno es
claro: la cuestión no es únicamente de dinero, sino también de implementar,
previamente, las reformas necesarias para prosperar. ¡Qué la probidad supere
las buenas intenciones!
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