Un mes después de la votación del
plebiscito para refrendar los acuerdos de la Habana, hemos observado una serie
de cifras y conceptos que mencionan algunos sectores, los cuales, según ellos,
fueron influyentes en el fracaso de las encuestas. Dichos factores radican en
el triunfalismo del SI, el NO avergonzante, el huracán Mathew, y el voto
cristiano, entre otros. Lo cierto es que el resultado ha sido objeto de asombro
entre toda la población, ya que, pocas personas esperaban que el NO triunfara
sobre el poder estatal, y la maquinaria gubernamental. Sin embargo, esto no fue
determinante y la población se manifestó negativamente ante semejante botarate.
Los factores supuestamente
influyentes para el fracaso no son más que, un acervo de excusas, inventadas
por todos los promotores del SI. Para todos es claro que, parte de la población
se negó rotundamente a contribuir con una serie de beneficios y concesiones,
otorgadas a un grupo criminal, y por tal motivo, triunfó la desaprobación;
desaprobación que estuvo representada por el pueblo legítimo que se opuso a lo
planteado inicialmente por el Gobierno sobre los acuerdos de paz.
Las firmas encuestadoras fueron
potencialmente erráticas al anunciar el veredicto, toda vez que, muchas de
ellas de manera irresponsable, se atrevieron a afirmar con total insensatez,
inconsciencia e imprudencia una falsa victoria, generando así polarización en
el conglomerado social, e inestabilidad en la democracia y sus instituciones.
En términos generales, las
consultas realizadas a los colombianos apuntaban a que el Sí ganaría con una
supuesta diferencia de 20 puntos frente al No. Por ejemplo, la encuestadora
“Cifras y Conceptos”, señaló el triunfo del Sí con un 62%, afirmando de manera
taxativa: “Somos conscientes de nuestra responsabilidad ante la opinión
pública, los medios con quienes tenemos una alianza y los actores públicos que
se informan con nuestras encuestas”.
Es factible observar la excesiva
irresponsabilidad por parte de esta encuestadora, porque se atrevió a afirmar
tajantemente algo que era total y absolutamente incierto, sin importar las
consecuencias que ello podría traer para la nación. Es por tal razón que, su
deber radica en ofrecer excusas públicamente, y si es posible, reconocer el
mediocre cumplimiento de dicha función. Es perjudicial e inadecuado que existan
este tipo de entidades, las cuales no tienen reparo alguno a la hora realizar
estos estudios. Como si fuera poco sostienen con vehemencia que todo se debió a
una serie de factores que, ni ellos mismos se creen.
Esta encuestadora y algunas
otras, no satisfechas con su mediocre función, han pretendido hacerle creer a
los colombianos que, el motivo de su equivocación obedeció a circunstancias
“externas y colaterales” las cuales no existen y sólo han sido desde el principio,
un ingrávido mito que desde ahora está comenzando a crear conciencia de
realidad en las mentes de los colombianos. El conglomerado social, integrado
por seres inteligentes, tiene plena certeza de que la falacia de las
encuestadoras jamás pondrá en jaque la legitimidad de una victoria que,
desaprobó lo que consideraba necesario desaprobar.
Por ello, no hay excusa ni
argumento válido que exima a las encuestadoras de su pésima y desacertada
función. Afirmar que el triunfo del SI obedeció a otras circunstancias, no es
más que, un claro despropósito que tiene como finalidad ayudar a un Gobierno
que goza de mala reputación, y no ha sido bien intencionado en la dirección
para construir la paz. Es menester de los votantes del SI, manifestarse en
contra del mal trabajo y rendimiento de las encuestas, toda vez que, pretenden
descalificar de alguna u otra manera, el voto de cada uno de ellos, para
favorecer a la clase política nacional.
Ya es hora de que cada uno asuma
las consecuencias, porque: ¡No hay derecho que, a través de osados inventos,
algunos pretendan eximirse de su responsabilidad!
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