No es sorpresiva la mugrienta
campaña que se ha presentado estos días por parte de sectores ‘petristas’ con
el fin de contaminar el éxito de sus contendores. Tampoco debería sorprender la
que se presentará próximamente ad-portas de la primera vuelta electoral. Es común observar imperantes
montajes y noticias falsas (fake news) difundidas por algunos inescrupulosos en
redes sociales y en cuanto medio encuentran para afectar el buen desempeño de
otros. De aquellos que, precisamente, promueven el debate con ideas, con
argumentos, con estructura, pero sobre todo con decoro y altura.
Esto sucede cuando algunos no
logran cautivar positivamente a los electores; en dicho evento la única opción
que les queda es apelar al ataque rastrero. Y, en efecto, así ha transcurrido la
estrategia de Petro en esta contienda electoral, pues ni con su verborragia
populista ha podido superar la preferencia del conglomerado por Iván Duque. El
candidato de la ‘Colombia Humana’- que de humana únicamente tiene el nombre- no
solo es egocéntrico y prepotente, sino que es un canalla dispuesto a todo con
tal de hacerse al poder. Ha utilizado temas coyunturales para hacer política y
engañar a personas desinformadas, verbigracia, la reciente crisis de
Hidroituango, donde irresponsablemente manifestó a través de la red social
Twitter que, el desastre natural debía endilgársele al expresidente Uribe y al
exgobernador Luis Alfredo Ramos, porque según él habían ejecutado una obra
inconveniente para los colombianos. Sumado a ello manifestó que ambos eran padrinos
de Duque, motivo por el cual no debíamos votar por él.
Nada más alejado de la realidad,
ya que es un descaro total atreverse a criticar una obra hito de EPM y de todos
los antioqueños, la cual, además, ha proporcionado energía limpia, vital y sostenible
a todos los colombianos. Aunque, es más una miserableza absoluta hacer eco de
semejante tragedia humanitaria para atacar a quienes sí han trabajado por esta
patria; aquellos que han ejecutado obras importantes y se han caracterizado por
su capacidad gerencial dentro de la política. A diferencia del guerrillero de
antaño que, en cuatro años volvió añicos la capital de la república, con su
sistema de basuras, alcantarillado y con sus notables incumplimientos en
materia de infraestructura vial, educativa y de salud.
Y es inadmisible porque Petro, no
tiene siquiera un ápice de dignidad para señalar negativamente alguna obra de
Antioquia, porque además de tener las manos untadas de sangre por su actividad
delictiva en el M-19, ha demostrado ser un nefasto administrador cuando de
ejecutar proyectos se trata. Lo preocupante es que, si en calidad de candidato
no tiene reparo en mentir y acusar temerariamente a sus opositores, ¿Como fuere
siendo presidente? ¿Será que aceptará a quienes piensan diferente en el sector
público-privado, o no tendrá pudor en perseguirlos hasta llevarlos al exilio?
La respuesta es evidente porque
ya vimos cómo amenazó a algunos empresarios colombianos. Por ejemplo, al señor
Carlos Ardila Lulle, a quien recientemente le notificó en Cauca su futura
expropiación si llegare a la Casa de Nariño. Es decir que, aparte de corretear
a sus adversarios políticos (Álvaro Uribe y al Centro Democrático), también
espantará a la gran industria nacional. ¡Triste panorama!
¡Afortunadamente, nunca será presidente!
Entretanto, lo único cierto es
que, la democracia colombiana, demanda actualmente, personas probas que
materialicen ideas estructuradas donde quepamos todos, sin incentivar campañas
degradantes en contra de otros para confundir al electorado. Es menester
combatir la lucha de clases, el odio infundado, y el resentimiento social que
encarna quien mantiene despertando ilusiones distantes de la realidad. El
populismo es el discurso atractivo para los mediocres. He ahí el motivo de que
el candidato que lo representa a flor de piel obtenga infinidad de adeptos.
Infortunadamente, al colombiano perezoso le gustan las cosas fáciles, gratis,
sin ejercer trabajo alguno. Y eso es lo que les promete Petro: tierra,
educación, comida y plata gratuita, a sabiendas de que por lógica económica
ello jamás podrá impregnarse en la realidad. De manera que, Petro no solo es un
populista deslenguado, sino un mentiroso repulsivo que confunde a los
ciudadanos.
¡Algo risible y despreciable a la
vez!
No obstante, valga la aclaración:
no pretendemos exigirles a los lectores por quién votar, pero sí abrirles los
ojos para generar conciencia ciudadana de por quien NO deberían votar, pues de
hacerlo por Petro estarían inmersos en lo peor de la condición humana: la
mediocridad, la holgazanería, la podredumbre, y la desidia. Y ello no lo
podemos permitir, porque quien quiera derrotar la pobreza requiere del apoyo de
un Gobierno idóneo que presente alternativas serias para salir de la misma, a
través del trabajo y de la educación, pero no a un lenguaraz chiflado, que de
manera vulgar manifiesta gratuidad en los derechos sociales, como si el dinero
cayere del cielo o si se lo transfiriere la lámpara de Aladino.
¡Pura paja, señores, no sean
ingenuos!
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