Santos, el presidente más
detestado de nuestra historia republicana, está padeciendo el ocaso del
abandono comunitario. A decir verdad, son escasas las gestiones positivas que
pueden rescatársele en sus ochos años de Gobierno: el programa ‘ser pilo paga’
con un sinnúmero de deficiencias, y las viviendas gratuitas con notables
incumplimientos. En lo restante, padece desaciertos proverbiales.
El pobre nobel está asumiendo las
consecuencias que apostó desde el comienzo con su escueto capital político. En
la nación nadie lo respeta, puesto que no cuenta con el más mínimo ápice de
credibilidad. Sus antiguos aliados le hacen el feo, porque tienen presente que
no es conveniente mantener una relación cercana a él. Su candidato Vargas
Lleras lo pisotea, lo utiliza como le place, lo irrespeta y, lo peor, lo
increpa cada vez que quiere a través de sus variables pronunciamientos. No hay
peor humillación para un mandatario que, tener que soportar los actos de
insolencia de su supuesto ‘candidato’. ¿Si no lo respeta su propio ‘reemplazo’
(Vargas Lleras), entonces quién lo respetará?
He ahí el dilema de Santos: ¿Cómo
confiar en un Vargas Lleras bipolar que, algunos días se levanta gobiernista y
otros días antigobiernista? Muy risible, por cierto.
Entretanto, la preocupación del
nobel es sencilla: no tiene a nadie establecido, como lo anhelaría, para
preservar sus desaciertos de ocho años, ya que, ningún sujeto llegaría a la
Casa de Nariño siguiendo sus flacos ‘lineamientos’. Un prospecto tan impopular
como él, solo aportaría desprestigio político a cualquier campaña. Nadie
cercano a Santos triunfaría en alguna contienda electoral. Ni siquiera, para
aspirar al Concejo de un municipio de quinta categoría. A no ser que, aquel que
así lo desee, esté dispuesto a quemarse en sus cenizas.
No obstante, lo que llama la
atención es que sus antiguos colaboradores han brincado rápidamente del barco:
son pocos los que se atreven a mencionar sus ‘obras’ de gobierno, porque saben
que no es mucho lo que pueden rescatar, entonces sin importar el hundimiento,
prefieren guardar silencio para ‘dinamizar’ sus carreras legislativas,
verbigracia, Roy Barreras y Armando Benedetti, antiguos ‘Santistas’, pero ahora
‘Vargaslleristas’. Y también el propio Vargas Lleras, quien, sacando provecho
de ello, únicamente se limita a alardear con sus ‘ejecuciones’ de
infraestructura de manera individual, ignorando los desmanes de su jefe
(Santos).
Algo, realmente, nauseabundo.
Pero, para el nobel esta situación no se torna injusta, toda vez que, a todos
en la vida nos llega lo que nos merece. Y, en efecto, Santos se ha hecho
acreedor de la desgracia que padece. “Si traicionas a quien te extendió la
mano, tarde o temprano, también serás traicionado” Así es la vida.
En realidad, Santos padeció
innumerables desaciertos en su desgobierno, como, por ejemplo, en materia
económica con el derroche del erario, las reformas
tributarias, y el incremento de
la deuda externa, entre tantos otros como el incremento de cultivos de coca;
sin embargo, su gran y principal fracaso versará sobre sus dos fallidos
procesos de paz. El primero que le tardó siete años con las Farc y, que, está a
punto de colapsar con la extradición de alias Jesus Santrich, ya que tiene
presente que, con ello fracasaría más de la cuenta, porque por sí mismo ya se
trataba de un negocio fallido. Y el segundo por el ELN, porque ya vimos a la
misma comunidad internacional, que mucho lo respaldó, señalándolo hace unos
días por su laxitud frente a esa banda de facinerosos.
Además, fue más que un legítimo
detonante el asesinato cobarde de los tres periodistas ecuatorianos. Tanto así
que el presidente de ecuador, Lenín Moreno, en un acto de gallardía retiró su
calidad de garante en esa macabra negociación. No podíamos esperar menos; lo que
empieza mal, termina mal. Sabíamos que una mala negociación, generaría un caos
mayoritario. Ahí lo tienen.
Conclusiones
1. Al Nobel se le burlaron en sus
narices, porque posterior a la firma del acuerdo continuó la banda terrorista
Farc traqueteando. De razón nunca entregaron rutas, ni socios. Pretendían ir al
Congreso, ejerciendo el narcotráfico. Además, fue tan gigantesco el nivel de
irrespeto hacia el Gobierno, que les importó un bledo retar a la
institucionalidad acribillando a tres periodistas extranjeros.
2. Iniciaron un proceso con el
terrible ELN y, en medio de este, los bandidos continúan con el secuestro y con
sus atentados a la infraestructura y al medio ambiente sano.
¡Una vergüenza absoluta!
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