Este escrito es una manifestación de postración frente al
mamertismo caprichoso de los defensores de la ‘paz’. Estamos mamados de la
cátedra trasnochada que nos quieren implantar sobre la construcción de la paz;
estamos mamados de todo aquel que se atribuye el abuso de tildarnos de
guerreristas a quienes no creemos en un adefesio pactado con las Farc. No
soportamos la carencia de objetividad de los denominados defensores de la paz;
no soportamos la ignominia que utilizan algunos para justificar el accionar de
la guerrilla. No comprendemos cómo hay sujetos, por cierto, excesivamente
prepotentes que se atreven a canonizar la ideología terrorista en colegios y
universidades, con el fin de adoctrinar a estudiantes desubicados que terminan
alabando la mayor podredumbre.
No concebimos cómo hay quienes se jactan de su pacifismo y
no toleran a quien rechaza actos de total benevolencia con un grupo terrorista
que quiere de todo, menos la paz. Particularmente, estamos hartos de padecer
señalamientos y críticas injustificadas de personas que no mueven ni una paja;
no hacen ni dejan hacer, solo pueden vivir bajo la sombra porque no tienen
coraje para salir de la clandestinidad. Hay quienes no han hecho algo positivo
por sus vidas y se la pasan denigrando de los logros que a pulso obtienen los
demás.
El mamertismo desmesurado es envidioso a más no poder; no
hay algo que les parezca bueno. Las vidas de dichos sujetos son regidas por la
tristeza y la vaciedad. Todo aquel que concibe su entorno con pesar, con
pesimismo y resentimiento, sin percatarse positivamente para aportar al cambio:
ese es el ejemplo de un potencial mamerto. Todo lo anhelan fácil, porque son
exigentes para señalar actos ajenos y endilgar responsabilidades, pero para sí
mismos no aportan un carajo. El mamerto más que amante de las ideologías de
izquierda, es fanático del facilismo y de la mezquindad. De tal manera que, no
es un conflicto de ideología, sino de actitud comportamental.
Este suscrito defiende con vehemencia el derecho de las
minorías y sobretodo de los postulados mesurados de izquierda, pero jamás el
mamertismo irracional amante de ese comunismo revolucionario reinventado a
través de actos de reconciliación. Sencillamente, no lo toleramos porque ello
es la mayor manifestación de miseria en la condición humana mental y personal.
El mamertismo está íntimamente ligado al comunismo revolucionario, y ello es
peligroso para cualquier sociedad.
La invitación es a reflexionar, porque creemos posible
perder la calidad de mamerto. Nunca es tarde para cambiar de criterio. Que
quieran ser izquierdistas, es algo que apoyo totalmente, pero no permitan
ingresar al pliego de la revolución irracional que todo lo quiere fácil a
costas del esfuerzo legítimo de sus semejantes. Tampoco pretendan justificar
actos de terrorismo por supuestos fines políticos.
¡Jamás será posible ser benevolentes con la barbarie!
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