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CORRUPCIÓN RAMPANTE EN CÓRDOBA

Actualmente nadie se atreve a hablar bien de Alejandro Lyons en Córdoba, y no es para menos, cuando el terrible sacudió abruptamente la estabilidad del departamento con los multimillonarios saqueos al erario a través del cartel de la hemofilia, el robo de los recursos de la alimentación escolar de los niños y el monto de las regalías, en el que al parecer está involucrado también por la muerte del exdirector de las mismas, Jairo Zapa, entre otros. Infortunadamente, el que llegó a ser la joven promesa política del país, y, por ende, el segundo mejor gobernador de la nación, no era más que un bandido de cuello blanco que pretendía hacerse al dinero público para mejorar la escueta condición económica suya y la de su familia, creyendo ingenuamente que nunca sería descubierto.

Cuando el barco se hunde las ratas saltan para salvarse. Efectivamente, ello es lo que sucede con el grupo político que trajo al terrible Lyons de Bogotá para gobernar un departamento excesivamente necesitado: el equipo del condenado por parapolítica, Juan Manuel López Cabrales. Es a ellos a quienes debe reprochárseles el impulso de Lyons para dirigir a Córdoba; fueron ellos quienes apostaron por semejante bandido, no obstante, ahora se hacen los pendejos para eximirse de su responsabilidad política.

Dicho escándalo es la manifestación de podredumbre más grande de la historia de un departamento; es una desvergüenza descomunal sin precedentes. Para los cordobeses la situación constituye un golpe anímico nefasto en la creencia de sus instituciones y de la democracia. Únicamente resulta acertado que, por la consumación de las conductas de Lyons, otros personajes como su cuñado Ñoño Elías y su socio político Musa Besaile, se encuentran en el ojo de la picota pública, pues fueron estos dos poderosos senadores, amos y dueños del caudal electoral de Córdoba, quienes aportaron los votos para que el terrible llegara a la administración departamental, sin olvidar que, los mismos posiblemente hicieron parte del saqueo al departamento. 

Lo realizado por Lyons, de manera evidente, no es una conducta individual sino una estructurada empresa criminal que involucra un gran número de personas, entre ellas, muy posiblemente los dos reconocidos senadores mencionados con anterioridad. El prófugo manifestó recientemente en una carta su deseo de delatarlos, por lo que nos encontramos atentos para tan relevante declaración, sin embargo, lo que no es admisible ni tolerable desde ningún punto de vista es que el terrible pretenda delatar a todos sus socios criminales para obtener beneficios legales tales como una condena irrisoria que le permita estar libre en pocos años, y, sin más ni más, con todo el dinero saqueado. El principio de oportunidad no puede aplicarse a este caso por ningún motivo, ni mucho menos algún beneficio que lo privilegie.

Alejandro Lyons ni por el verraco se salvará de un ‘canazo’ monumental, pues delatará a todos los que han incurrido en actos de corrupción, pero que ni crea que por ello se beneficiará ostensiblemente. La Fiscalía General en cabeza de Néstor Humberto Martínez, aprovechará este caso para sentar un precedente brutal encaminado a golpear el ejercicio maldito de la corrupción.

Lo preocupante es que a Lyons no se le exija la devolución de los dineros robados, los cuales deben estar representados en activos en Colombia y el exterior. El castigo no solo debe consistir en condenarlo implacablemente con una detención, sino que se le debe exigir a su vez, y de manera inmediata, la devolución del dinero robado. No es tolerable que esté en la cárcel y entre tanto su familia afuera disfrutando de los recursos ajenos. 

Creemos que este caso es la gota que rebosó la copa. Es hora de castigar severamente a estos bandidos con educación. Hay que imponer un precedente para que los corruptos piensen tres veces antes de actuar, de tal manera que, se abstengan de hacerlo por cobardía a las consecuencias legales. Para este suscrito es totalmente acertada la medida de la Fiscalía de extraditar a esos criminales. Si no es así, en Colombia nunca pasaremos esta amarga página.

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