El partido político más influyente de la actual oposición se encuentra en total decadencia. El desorden interno es abrupto y las diferencias ideológicas entre sus integrantes son abismales en cuanto a su estructura y función social. Los precandidatos para La Casa de Nariño son todos más de lo mismo; no hay un sujeto que llene las expectativas de los seguidores con excepción de uno, y, como si fuera poco, el favorito por Álvaro Uribe es un tipo que no inspira ni cinco de confianza dentro del partido, ni la más mínima simpatía con los ciudadanos.
Creemos que con dicha falencia el partido no podrá retomar la
presidencia, por el contrario, estará destinado a perder una y otra vez la
contienda electoral. La colectividad es un salpicón de diversas posturas
personales con el agravante de que ninguno de sus integrantes tiene el criterio
de llamarle la atención al señor Uribe cuando sale al ruedo con un paso en
falso, verbigracia, la acusación contra el humorista Daniel Samper.
Si bien es cierto que, todos los integrantes de una colectividad deben
obedecer y seguir los lineamientos de su jefe natural, es inapropiado que no
haya quién tenga el coraje suficiente de decirle al mismo que su partido se
está deteriorando debido al mal manejo que se le ha dado desde su estructura.
Por no decir nombres, es evidente que la bancada del congreso está
supeditada en voz y voto por Uribe, y la
estructura interna está siendo deteriorada por la perversa asesoría de unos
cuantos que no tienen idea alguna sobre política.
El punto negativo es que la Unidad Nacional de manera oportunista saca
provecho de ello, de tal manera que, pareciera que indirectamente estuviesen
logrando su pretensión: despedazar la función legítima del Centro Democrático.
Es necesario hacer esta crítica y buscar la forma de que mejore el panorama
actual toda vez que en política el principio del fin reluce cuando hay
innumerables actos de incoherencia dentro de los mismos miembros del partido.
Al señor Uribe le ha faltado manifestarle a sus colegas de lucha, que no
todos pueden quedarse esperando sus indicaciones para obrar, pues de ser así no
se convertirán en virtuosos opositores sino en potenciales monigotes del
mandamás. Por otra parte, hay que revisar con lupa los perfiles de cada uno de
los precandidatos presidenciales, con excepción de Rafael Nieto, quien ha
demostrado coherencia y consecuencia con lo que representa.
No podemos permitir que suceda nuevamente una hecatombe semejante a la
que ocurrió con Santos. Este país no soporta otra traición. Ya nos consta todo
lo que nos costó elegir al sujeto equivocado. Hay que tener prudencia porque no
es admisible que volvamos a soportar lo que hemos vivido durante 7 años. Ojalá reflexionen los miembros relevantes del partido para que
consideren una coalición con el conservatismo en la que haya un sólido candidato
presidencial. Esta vez no es conveniente elegir el que diga Uribe, pues ya lo
hicimos una vez y miren lo que sucedió.
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