Temeraria y desafiante resultó la propuesta de Juan Carlos Henao, rector
de la Universidad Externado, cuando sostuvo que “debíamos ponernos en el
pellejo de las Farc”. Dicha afirmación, constituye una desvergüenza dirigida a
la comunidad académica y a la nación. No es respetable utilizar los sagrados
espacios que nos brinda la academia para hacer proselitismo político de ninguna
índole. Mucho menos cuando el emisor del mismo hace parte del grupo de asesores
del Gobierno Nacional, para la implementación del NAF (Nuevo Acuerdo Final).
No hay peor mensaje para la humanidad que concebir la academia como un
instrumento a favor de intereses políticos. La invitación del triste célebre
rector constituye un abuso para la comunidad universitaria, dado que en el
claustro del Externado hay infinidad de estudiantes y docentes que no están de
acuerdo con lo celebrado entre el Gobierno Nacional y las Farc, entonces: ¿por
qué emitir dicha invitación, teniendo presente que puede herir
susceptibilidades? ¿Dónde está la independencia de los directores académicos?
¿Será que el señor Juan Carlos Henao pretende someter la prestigiosa casa de
estudios al servicio del impopular y desaprobado Gobierno Santos? Creemos
afirmativos los interrogantes anteriormente planteados, por lo que,
consideramos la conducta sumamente reprochable.
Suponiendo que quisiéramos ponernos en el ‘pellejo’ de las Farc. Nos
preguntamos: ¿Será tarea fácil ponerse en los zapatos de un grupo de criminales
que ha traficado, masacrado, secuestrado, extorsionado, y desangrado por más de
50 años a la población? Nadie está dispuesto a hacerlo, excepto los
simpatizantes irracionales del grupo criminal. Nadie que tenga corazón,
coherencia y consecuencia es capaz de ponerse en el lugar de quienes han
cometido abruptas barbaridades.
Mientras el terrorismo no demuestre voluntad de entregar los cientos de
niños que tienen raptados, ni las millonarias caletas, ni sus maldicientes armas, resulta imposible comprender sus ‘buenas’
intenciones. El desequilibrio es enorme, y ello es lo que nos preocupa: un
Gobierno que cedió en todo, y una guerrilla que no se comprometió con nada. Sin
contar los menores que fueron fusilados en juicios de guerra, así como los
secuestrados maltratados, y el exorbitante perjuicio ocasionado a la
institucionalidad, la economía y la infraestructura colombiana. ¿Con todo esto,
consideran ustedes justo ponernos en el lugar de las Farc?
Comentarios
Publicar un comentario