El pasado 06 de abril se conoció
una carta suscrita por las Farc que citaba a 15 alcaldes de la Guajira, en la
que se invitaba a una reunión en la zona veredal de Pondores. La misiva, según
el grupo criminal, llevaba la intención de “unificar esfuerzos con respecto a
la efectiva implementación de los acuerdos de paz”. Para la prensa y algún
sector de la opinión pública, la conducta constituye una rendición de cuentas
de los burgomaestres a la guerrilla, asociando dicho acto al fallido proceso
del Caguán. El alto comisionado para la ‘paz’, Sergio Jaramillo, consideró
dicha actuación como una presión derivada de la violación del cese al fuego,
puesto que se altera el orden de la región, ya que, no han terminado de
desarmarse, y con dicha actuación incumplen lo pactado en la Habana.
Como era sabido, no se hizo
esperar la respuesta de las Farc a través de Timochenko, donde el mismo como
jefe natural de esa organización criminal, con descaro y sin vergüenza,
manifestó una sensación de descontento por las palabras de Sergio Jaramillo, aduciendo
que se estaba: “alimentando y azuzando el odio irracional de los sectores
dispuestos a ahogar el país en otro interminable mar de sangre, justo cuando la
Colombia victimizada, decente, democrática y digna se empeña en sepultar para
siempre semejante demencia intolerante”.
Posterior a ello, sostuvo el
criminal que para cumplir con sus objetivos “era necesario elaborar en cada
zona priorizada, de manera participativa, un plan de acción para la
transformación regional, que incluyera todos los niveles de ordenamiento
territorial, concertado con las autoridades locales y las comunidades” Por lo
que le resultaba incomprensible el berrinche de Jaramillo. Así mismo finalizó
afirmando que: “Sería conveniente que el funcionario se apersonara de los
reiterados incumplimientos por parte del Estado, oficialmente señalados por el
único mecanismo legitimado para ello, en vez de salir a armar frecuentes
alharacas en abierta violación a lo acordado con el alto Gobierno en torno a la
manera y los mecanismos de abordar las diferencias que se presentan en la
implementación”.
Cuando conocimos la noticia,
muchos colombianos sentimos una deplorable sensación de indignación toda vez
que la actuación del grupo terrorista es la iniciación de la vida impune dentro
del marco aparente de la legalidad institucional. Muy osados los bandidos
cuando hace un tiempo desangraban la patria, y ahora cuentan con la potestad
ilegitima de solicitarles reuniones a mandatarios regionales; ello no solo es
una desfachatez sino una inaudita provocación a la democracia. Ha sido acertada
la defensa de Sergio Jaramillo, lástima que pierda sentido, pues no sirve de
nada cuando se es un servil del régimen central y todo está pactado entre éste,
y el grupo criminal.
Las Farc comenzarán con
peticiones semejantes y no tendrán reparo en realizarlas porque tienen certeza
de que el acuerdo de paz les otorga dicha facultad. El mensaje es claro:
debemos prepararnos para ver más de lo mismo. Como ciudadano común, me gustaría
preguntarle a Timochenko ¿Cuáles han sido los incumplimientos del Gobierno, si
el mismo les ha otorgado de todo? ¿Será que habrá más concesiones de las que
les han brindado? ¿Será que el Gobierno-
bajo la mesa- les ha permitido solicitar reuniones ‘políticas’ aún cuando no se
han desarmado? Lo anterior el tiempo, nos lo dirá.
Por lo pronto, nos preguntamos si
ha comenzado a operar la doctrina comunista revolucionaria, y para la desgracia
de todos, la respuesta es SÍ; tácitamente quedó demostrado con la carta de las
Farc.
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