Nicolás Maduro, Diosdado Cabello,
Tareck El Aissami, y Néstor Reverol,
entre otros políticos de la dictadura venezolana, están siendo investigados por
Estados Unidos por el posible envío de decenas de cargamento de cocaína vía
marítima y área, sin embargo uno de ellos ya fue incluido en la lista Clinton
por narcotráfico, y se trata de El Aissami.
Al parecer no es el único porque
también tienen acusación formal Efraín Campos Flores y Franqui Flores de
Freitas, ambos conocidos dentro Venezuela como los “narco-sobrinos”, los cuales
son parientes de la primera dama Cilia Flores. Del mismo modo, fue incluido en
la misma lista Samark José López Bello, a quien consideran testaferro y mano
derecha de El Aissami, con 13 empresas nacionales e internacionales, financiadas
con dinero del narcotráfico.
Así las cosas, Venezuela, no sólo
está plagada de hambre y miseria, sino
de mafiosos montados en el poder, porque no solo han reprimido al pueblo, sino
que además algunos de ellos trafican con droga. La realidad es que nuestro
vecino está podrido a más no poder, y la situación no parece mejorar toda vez
que nadie se atreve a batallar contra un poder oscuro- supremo, como el que
ostentan los políticos arriba mencionados. Hay que ser excesivamente valiente
para pelear con un gabinete político que tiene cierta relación con los
fundadores del Cartel de los Soles y además dirigen los hilos del país.
En la dictadura venezolana las
mayorías de la oposición no tienen comida, no porque no haya sino porque la
manera más efectiva de reprimir al pueblo soberano es condenándolo a morir de
hambre, esa es la estrategia del gobierno venezolano: imponer la revolución del
hambre. De esta manera, el que quiera comer tiene que ser adepto al régimen, de
lo contrario estará condenado a navegar en la excreción. El caos es exorbitante
y la esperanza se pierde con todo lo que sucede, ya que hay algunas masas
ignorantes que apoyan la consolidación de la pobreza, y ellos son los
seguidores de Maduro y Cabello. Si el pueblo venezolano se uniera en contra de
esos dirigentes, seguramente sería más factible derrocar al régimen, pero
mientras no se unan y alcen su voz, es complejo que lo puedan lograr.
A los dictadores venezolanos hay
que reconocerles que tienen la demagogia y la posibilidad de mover masas y
manipular las mentes de los pobladores, dado que cuentan con la elocuencia
necesaria y con la hipocresía rampante para hacerle creer a cualquier sujeto
falsas concepciones. Así fue la herencia del perverso Fidel Castro, el cual
fungió como maestro de la consolidación del plebeyo régimen bolivariano. El difunto, se movió toda su
vida dentro de las mieles de la delincuencia, y le enseñó al otro difunto Hugo
Chávez a imponer un régimen totalitario- revolucionario comunista dirigido a
empobrecer y a volver añicos cualquier espectro relacionado con el libre
mercado, y la empresa privada. Los hermanos venezolanos deben unirse todos, y
los sesgados deben despertar, porque de no ser así, no sólo tendrán que emigrar
a otros países, sino que perderán de por vida su grandiosa patria.
Tienen que levantarse en su totalidad, y estar unidos. ¡Esa es la
estrategia!
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