Marchemos para salvar nuestra
democracia; para recuperar el honor y la dignidad del pueblo; para demostrarle
al régimen que no estamos vencidos. Marchemos para manifestar nuestro repudio
al Gobierno ilegitimo que nos engañó y se robó sin vergüenza y sin pudor el
resultado del plebiscito celebrado el pasado 02 de octubre, y las elecciones
presidenciales del 2014. Somos colombianos; somos una democracia; la historia
nos ha llevado a grandes acontecimientos, tenemos casta y jubilo inmortal;
hemos generado grandes transformaciones. Por ello, debemos manifestarnos con
vehemencia en contra de aquellos que han atentado gravemente en desgracia de
nuestras instituciones.
Esta marcha es por Colombia, y
para Colombia, no para Álvaro Uribe, ni para su partido. Esta manifestación es
el compromiso de una multitud que no está dispuesta a sacrificar sus libertades
ni los valores democráticos para concederle a un grupo criminal infinidad de
concesiones dotadas de privilegios permeados de inagotable impunidad. Basta analizar la realidad de nuestra patria
para comprender que vamos de mal en peor; la corrupción ha sacudido los más
mínimos estándares de dignidad. El derroche gubernamental, la infinita
burocracia y la hostigante mermelada gubernamental son motivos suficientes para
repudiar.
No se trata de apoyar a un
dirigente, mucho menos a un posible candidato presidencial, ni tampoco de
otorgarle máximos atributos a un partido político. Esa no es la cuestión; la
cuestión es abrir los ojos, despertar y analizar los excesivos pormenores a los
que nos ha sometido el Gobierno presidido por el sujeto más impopular de la
historia de Colombia: Juan Manuel Santos Calderón.
El pueblo es la democracia
directa, radicada como constituyente primario. De esta manera, somos nosotros
los facultados para exigirle a cualquier autoridad gubernamental, respeto y
cumplimiento. Estamos a tiempo de rechazar una perversa gestión, y de
endilgarle responsabilidad al que se ha encargado de consumarla.
No es factible continuar en la
regresión democrática, social y económica. El país venía por buen camino;
contábamos hace 7 años con crecimiento económico continuado; con disminución
del desempleo; disminución de la pobreza; además se venía recomponiendo la
consolidación de un Estado Social que garantizaba de alguna u otra forma los
derechos y libertades de los individuos, otrora ello se ha perdido por el
mediano desempeño de un Gobierno desorientado.
Queridos lectores: Tenemos
razones de sobra para marchar, así que no vacilemos; esto no es un capricho.
Llego la hora de retomar las sendas de la estabilidad democrática e
institucional. No toleremos más desmanes, ni desbarajustes; con los existentes
ya es suficiente. ¡Manifestémonos por amor a Colombia; es nuestro deber
fraternal con la tierra que nos vio crecer!
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