Las conductas de los terroristas
de las Farc en zonas de pre-agrupamiento en Antioquia ponen en peligro la estabilidad de la
población, en Yondó se presentó hace unos días un desplazamiento elevado de
menores, así como hombres y mujeres desplazándose a las zonas de concentración,
sabiendo Dios para qué. En territorios como Dabeiba, algunos mandos medios del
grupo narco-terrorista se trasladan al municipio para tomar Whiskey, y quien
sabe que cosas más. Por otro lado, ha incrementado la circulación de mujeres
desde las zonas urbanas hasta las zonas de pre-agrupamiento, ya sea para
integrarse al grupo, o para satisfacer las necesidades sexuales de los
delincuentes.
Sin más ni más, ello constituye
un riesgo para las instituciones y la democracia, no es concebible que en un
país medianamente decente, los bandidos, criminales, asesinos, violadores y
enemigos del pueblo disfruten del territorio y lo recorran como les dé la gana,
con regocijo y sin pudor, ni respeto para la nación. Las Farc no han obtenido
ni la mitad de los beneficios concedidos en el acuerdo de paz, pero desde ahora
el panorama nos muestra lo que se avecina con las concesiones otorgadas desde
la Habana. Los guerrilleros tienen la certeza de haber ganado, con aires de
grandeza asumen posturas propias del bandidaje triunfante, pues están seguros
de que no hay quien los pueda limitar porque saben que el Gobierno los tiene
que cuidar y respaldar.
En realidad, creíamos desde un
principio que era absurda la idea de imaginar que Colombia se podría convertir
en Venezuela, pero con los hechos acontecidos recientemente no es razonable
pensar en algo diferente. La actitud del grupo criminal hace eco al futuro de un
posible totalitarismo de izquierda marxista-leninista, irrespetuoso de la
dignidad humana y precursor de la miseria socialista-comunista a nivel mundial.
Las zonas de concentración son un premio a la delincuencia, desde allí, los
bandidos hacen y des-hacen sin que nadie los pueda supervisar. La Gobernación
de Antioquia ha tratado de regular la situación, pero el sátrapa del
terrorismo- Juan Manuel Santos- se ha inventado una serie de excusas para
evitar que el mandatario regional realice su labor. El respaldo a las Farc
constituye un inminente poderío estatal, es por ello que les importa un bledo
el rechazo de la población; los bandidos dirán: “Si el Gobierno nos respalda,
no necesitamos a nadie más”. Así pues, no hay quien los pueda controlar.
Tampoco podemos olvidar que
nacerá un nuevo partido político con fines caóticos, denominado: “Voces para la paz”, el cual le
servirá a los guerrilleros para actuar de manera aparente dentro del marco de
la legalidad institucional. Los bandidos han encontrado a través de dicho
movimiento la manera de justificar su accionar terrorista durante más de 50
años. Lo que siempre ha sido símbolo de repudio y agresión, ahora será
convertido en una doctrina política disfrazada de ‘honor y perdón’. De esta
manera, observamos una situación escalofriante que lesionará nuestro bienestar,
sin embargo todo esto lo podemos transformar si optamos por retomar las riendas
de la estabilidad eligiendo el próximo año un líder que nos guíe por el camino
de la seguridad y la legalidad. El 73% de los colombianos consideramos que
Colombia va por mal camino, no queremos vivir la situación del país vecino, por
tal razón, rechazamos al Gobierno Nacional- uno de los más impopulares de la
historia- y no es para menos, cuando
sabemos que la situación es grave porque está en riesgo nuestra
integridad.
Lo relevante es que todavía somos
una democracia y contamos con voz y voto para evitar que esta tierra siga los
pasos de Venezuela, nuestro país hermano, el mismo que un día fue símbolo de
abundancia y prosperidad, hasta que apareció la revolución chavista para
convertirlo en un paraíso de hambre y miseria. No podemos guardar silencio,
debemos alzar nuestra voz en todo el territorio, y utilizar elementos
tecnológicos como las redes sociales para expresar nuestro rechazo total. Hoy
más que nunca tenemos que demostrarle a los criminales que no estamos vencidos,
porque es infinita nuestra gloria y es vigoroso nuestro sentido de pertenencia
nacional.
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