Comienza un nuevo año colmado de
reformas estructurales, tales como la implementación de la reforma tributaria,
el proyecto de reforma a la justicia, y la abrupta modificación del modelo de
Estado colombiano a través de la sustitución de la Constitución que
directamente está relacionada con la aprobación vía ‘Fast Track’ de los
acuerdos de la Habana.
Este año será el de las
implementaciones estatales prioritarias, porque las mismas serán
inexorablemente necesarias para nuestro futuro, ya que cada una de ellas son la
esencia del funcionamiento de Colombia; sin embargo los proyectos de reforma no
cumplen con los compromisos nacionales y son contrarios al sentimiento
nacional, la mayoría de colombianos rechazan el abuso tributario recientemente
aprobado, y ni que decir de la bicoca de la Habana, plasmada de privilegios
criminales, sin dejar atrás el proyecto de modificación a la justicia, que
desde ahora es catalogado como misión imposible.
Por otro lado, se avecina la
carrera presidencial para la Casa de Nariño, el clima político se agita, y
presenciamos las peores manifestaciones de inmundicia humana: las campañas
políticas, plasmadas de clientelismo y politiquería barata. Será complejo estar
atentos a tantos acontecimientos, pero es nuestro deber como conglomerado,
porque no podemos ser indiferentes a las modificaciones estatales que se
aproximan, pues de ellas dependerá el desarrollo de este Estado, por ello es
deber de todos los ciudadanos analizar con criterio el rumbo que tomará nuestra
nación, porque como sujetos gobernados podemos ser beneficiados o gravemente
perjudicados; en nuestra situación todo apunta a que seremos afectados, pero
ello es algo temporal porque en el 2018 el rumbo lo podremos cambiar.
El Gobierno actual ha sido
impetuosamente rechazado, debido a la poca identificación que siente el pueblo
con su legado, no es para menos, ya que nuestro presidente nos ha
mal-gobernado. Este año se le pasará factura de cobro a la administración
nacional, cuando cada una de las reformas tramitadas, entre ellas la bicoca de
la Habana, fracasen en su implementación; en ese momento nuestro presidente
sufrirá las consecuencias por la mala gestión.
La esperanza consiste en estar
atentos al panorama nacional del 2017, y utilizar el mismo para rectificar las
riendas de este país mutando de régimen presidencial en el 2018. Así las cosas,
debemos gozar de ojos críticos para reunir elementos necesarios, y transformar
a través de ese sagrado mecanismo que es el voto popular, el rumbo que este mal
Gobierno ha ejecutado. Es menester aportar al futuro de todos, para todos y
entre todos con el fin de construir unas bases estables de desarrollo social y
prosperidad.
Colombia necesita un cambio de
administración y la misma se efectuará, pero será necesario apuntar con memoria
selectiva todos los desaciertos que esta administración ha consumado, solo así
tendremos la certeza de que hemos hecho algo importante para obtener un
progresivo bienestar general.
Así pues, este año será
evaluativo y servirá de experiencia para dar el salto que nos guiará a la
modificación. El cambio está cerca, y la decisión nos atañe a todos, somos
responsables directos del futuro de Colombia, por ello es nuestro deber
entendernos de la política y tomar la mejor decisión en las elecciones
presidenciales, para ello es fundamental ser valorativamente responsables con
el clima político nacional que relucirá este año, el cual sabemos que será
nefasto pero a su vez motivador para decir: ¡No más!
Ya es hora de que se produzca un
cambio, es fundamental retomar las riendas de la estabilidad. ¡No es factible
continuar eligiendo dromedarios políticos!
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