La actual reforma al sistema
tributario, puede traer grandes perjuicios sobre la inversión y el empleo. El
Gobierno Nacional, pretende organizar sus cuentas y su presupuesto. Ello es
acertado, en tanto es su deber legal y constitucional, sin embargo, es un abuso
que lo haga a través de una política fiscal contraccionista.
La organización del presupuesto,
jamás puede realizarse a costas de la actividad privada, ya que es esta la que
genera empleo, oportunidades y progreso en la sociedad. Atentar contra ella, es
reducir el desarrollo socio-económico de la población, lo que conlleva a un
potencial retroceso monetario. La
industria y la sociedad colombiana, terminarán pagando los costos de la
ineptitud del Gobierno Nacional, pues es factible observar que en los últimos
años se ha presentado en Colombia, una gran recesión económica, así como
múltiples operaciones, encaminadas a perjudicar el sistema fiscal. La
afectación a la economía es evidente, y el Gobierno lo sabe, razón por la cual
ha tramitado una reforma tributaria contractiva, organizada para captar más
impuestos, bajo la excusa de incrementar rentabilidad y sostenibilidad en el
sistema fiscal.
El Mono-Tributo, impuesto a los
tenderos, peluqueros, panaderos, y pequeños y medianos comerciantes, es una
medida propia de una política fiscal contraccionista, en tanto, se implementó
el aumento de la recaudación fiscal, a través de ingresos por impuestos de los
ciudadanos. Esta medida atenta potencialmente, contra el pequeño y mediano
comerciante, ya que significa en su actividad económica reducción en las
utilidades y mayores gastos. Lo anterior, ¿Debido a qué? al mal manejo
de la política fiscal del Gobierno Nacional, el cual pretende tapar un déficit que él mismo ha generado, y que supera los 30 billones de pesos.
La principal estrategia de
desarrollo económico, debe comenzar por estructurar políticas fiscales
expansionistas, las cuales conllevan a aumentos del gasto público, a través de
la inversión social e incentivos a las familias y empresas, donde
correlativamente, se presenta una disminución en impuestos a los ciudadanos.
Esta política es necesaria y fundamental, en cualquier sistema económico,
porque genera rentabilidad en las familias para consumir, y disminuye los
costos en las empresas, las cuales generan a menores gastos, mayores empleos y
productividad.
El Gobierno Nacional, debería
implementar una política expansionista, sin embargo, ni que lo intente,
porque no hay presupuesto. Razón por la que, ha generado nuevos tributos a
pequeños y medianos comerciantes, y, a productos que antes no estaban gravados,
y son de alto consumo para la población, como las bebidas gaseosas.
La mejor estrategia para tapar la
corruptela, la ineptitud gubernamental y el déficit fiscal, es captando más
dinero de los ciudadanos y reduciendo el gasto público, algo totalmente
descarado y abusivo. Nos preguntamos: ¿Por qué la población tiene que pagar el costo de la
negligencia de un Gobierno? ¡Claro! Es que no debe ser tarea fácil organizar un
déficit que supere los 30 billones de pesos, más aun, cuando fue generado por el derroche gubernamental. Es por ello que, con esta reforma, han reglamentado
la manera, de transferirle el costo a la población.
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