Llevamos más de veinte años
observando la incansable persecución de Gustavo Petro hacia el expresidente
Uribe. Y más allá de un rezago ideológico, lo que comprendemos es una ira
infundada que no tiene parangón, puesto que sobrepasa los límites del rencor. El
senador Gustavo Petro en su afán enfermizo y desbordado de destruir a su
oponente, ha asumido la despreciable tarea de montar una campaña de difamación
abrupta en la que pretende endilgarle toda responsabilidad a Uribe- hasta por
lo más mínimo que ocurre en el país- cuando bien sabemos por mera lógica que
todo no gira en torno a determinada persona.
Se dice que la esquizofrenia es
un trastorno mental grave, mediante el cual las personas interpretan la
realidad de manera anormal, lo que puede provocar una combinación de
alucinaciones y delirios graves en el pensamiento y en el comportamiento, que
afecta el funcionamiento diario de la persona. Efectivamente, pareciere que el
senador Petro sufre de una esquizofrenia grave, pues lleva un poco más de dos
décadas alimentando su discurso del odio sobre las cenizas de su adversario.
Como lo dije en una columna
pasada: es grave padecer la energía oscura de una persona tóxica, pero es mucho
más peligroso que dicha persona cuente con aspiraciones presidenciales y quiera
gobernar a un país que necesita de todo, menos a quien incentive aversión y
perversión. Tal cual ello es lo que le
ocurre al senador Petro y a sus secuaces de la izquierda radical: todo les
parece malo, nada les gusta, jamás están conformes con algo y nunca lo estarán;
lo cual nos preocupa sobremanera porque, aquel que no cuente con humildad y
gallardía para aceptar con decoro y altura sus derrotas, no es apto para
dirigir los hilos de una patria, toda vez que es indispensable que quien
pretenda dirigir una nación lo haga con madurez y mesura, sin revanchismos ni
venganzas infundadas. Hay que anteponer la salud de la patria sobre cualquier
devaneo infundado. Y ello es lo que no tiene claro el senador Petro.
Razón por la cual, vemos muy
distante del senador Petro, las cualidades necesarias para ejercer el poder,
pues todos los días lo encontramos vociferando en sus redes sociales infamias
cargadas de rabia, que solo descargan odio y, por ende, destruyen a la
democracia. Petro debiera comprender que para construir futuro es indispensable
aprender a convivir, a respetar, pero, sobre todo, a tolerar la diferencia,
pues estos son los baluartes más importantes en una democracia como la nuestra,
que, dicho sea de paso, apenas se está consolidando.
Senador Petro: No es la primera
vez que dedicamos este espacio para enviarle algún mensaje. En efecto lo
hacemos porque sabemos que usted nos lee. Tenga claro que en política es
factible diferir y controvertir para enlazar al conglomerado, pero jamás será
admisible hacer uso de la infamia para fragmentar al mismo, mucho menos por
cuestiones de ego descabellado. Flaco favor le hace a la democracia su actitud
repulsiva de convertirse en un palo en la rueda.
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