El próximo domingo 11 de Marzo
será un día de suma relevancia: podremos elegir entre continuar con lo mismo o
darle un rumbo distinto a lo acontecido en los últimos ocho años de historia
patria. Para el fortalecimiento de nuestra democracia es menester, modificar
sustancialmente las mayorías del legislativo. La denominada “Unidad Nacional”
adepta al régimen santista ha sido espuria y arrodillada.
A través de cupos indicativos o
mal llamados “auxilios parlamentarios”, contratos cuantiosos, prebendas,
dádivas, y beneficios personales, el Gobierno Santos compró la desdichada
voluntad del Congreso de la República, con excepción de honrosas personas, que
se encargaron de ejercer una férrea oposición para contrarrestar los desmanes
gobiernistas.
La maligna mermelada Santista y
la corrupción rampante han lesionado la esperanza de los colombianos. El pueblo
enardecido no soporta más arbitrariedades, pues ya ha comprobado el resultado
nefasto de un Congreso vulgar e infausto.
La desinstitucionalización de las
instituciones, la premiación al terrorismo triunfante, la entrega de los cimientos
democráticos a los criminales, y las reformas tributarias tramitadas
recientemente, son motivos razonables para castigar este domingo a quienes han
propiciado dicha debacle. Algunos de ellos, de manera descarada, pretendan
reelegirse y es allí donde se les debe despreciar.
En efecto, personajes como
Armando Benedetti, Roy Barreras, Juan Manuel Corzo, Óscar Mauricio Lizcano,
Juan Carlos Restrepo, Bernabé Celis, Eduardo Pulgar, entre muchos otros que la
ciudadanía conoce, deben salir por salud democrática del capitolio nacional.
De lo contrario, continuaremos
padeciendo el rigor de sus equivocaciones. La coyuntura política nacional,
requiere personas probas, técnicas, académicas y con cualidades personales y
profesionales prestigiosas para fungir como padres de la patria. En las listas
del partido Centro Democrático, encontramos nombres propicios para enmendar la
crisis que, actualmente, padecemos. Los invito a revisarla.
La renovación es vital para
recuperar la senda de la institucionalidad. Además, es hora de ofrecerle un
nuevo aire al Congreso Nacional. Necesitamos legisladores que,
combatan el burdo legado que dejará el 07 de agosto el peor presidente de la
historia republicana. Pues para recuperar la mejoría que evidenciábamos en el
2010, debemos elegir acertadamente en esta contienda legislativa. Y para ello,
es vital escoger espléndidos senadores y representantes, de tal manera que,
sean más los buenos que los malos. La probidad y el tecnicismo deben prevalecer
sobre la inmundicia y el analfabetismo.
Con un Congreso idóneo,
obtendremos con mayor facilidad, un presidente excepcional que trabaje por
recuperar lo que, en ocho años despedazó, el sujeto más impopular de la nación:
Juan Manuel Santos Calderón. Así que, pongámonos las pilas y
cumplamos como constituyente primario nuestro deber democrático. ¡El cambio
radica en nosotros, los ciudadanos! ¡Votemos responsablemente y transformemos
el rumbo de nuestra patria!
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