El control social es la facultad
que tienen los ciudadanos de vigilar la gestión de los servidores públicos, y
de los particulares que se encuentren ejerciendo función pública. La idea es
evitar posibles actos de corrupción por parte de los servidores públicos, y,
que éstos eviten también, incurrir en posibles errores que logren afectar
potencialmente el desarrollo de la nación. El control y la vigilancia de la
ciudadanía se ejercen a través de un modelo de Estado Democrático que permite
generar un nexo directo entre ésta y los servidores públicos que ostentan la
administración del erario. Por ende, la obligación del servidor público es de
plena rendición de cuentas a la ciudadanía, ya que, a través de la misma es que
encontramos los elementos de juicio necesarios para determinar si hay
malversación en los recursos o alguna irregularidad que pueda poner en
detrimento las finanzas estatales.
Las veedurías tienen una
finalidad preventiva, en tanto, pretenden regular el actuar de los servidores
públicos. Dicho actuar debe basarse en los principios de transparencia y
moralidad, para cualquier actividad pública, pues aquella es la garantía que
tenemos como colombianos de que nuestras autoridades administrativas estén
obrando de manera adecuada, alejados de
cualquier acto de corrupción o politiquería. Así les exigimos a los dirigentes
públicos estricto cumplimiento en sus deberes y obligaciones.
La vigilancia ciudadana es
trascendental porque se constituye como un foco de desarrollo. Dicho ejercicio
democrático es vital para que nuestros recursos sean utilizados de manera
idónea. No obstante, hay que tener en cuenta que para efectuar dicho control
social y vigilancia, es menester una plena preparación e información por parte
del ciudadano, en la medida en que, si no se tiene conocimiento e interés por
lo público, difícilmente podremos efectuar una labor efectiva tendiente a
limitar los abusos y arbitrariedades por parte de las autoridades.
El tema presente es un aspecto
necesario dentro de la construcción de una cultura política crítica y
propositiva, pues no es factible imaginar el cumplimiento de aquella función de
vigilancia por parte de la ciudadanía cuando de manera previa hay apatía de la
población frente a lo público. El ejercicio de lo público es un aspecto sagrado
en cualquier democracia, y, por ello, es necesario que todos estemos
involucrados en el mismo, puesto que de dicha actividad dependerá nuestro
desarrollo como conglomerado social.
Debemos proponer previamente una
campaña de cultura política y ciudadana que, logre concientizar a todos los
ciudadanos de la importancia de estar involucrados en los asuntos públicos.
Posteriormente, luego de realizar dicha labor, debemos comenzar con las
funciones de veedurías y control social. Si generamos cultura política,
disminuirá directamente, el número de dirigentes corruptos que se apropian de
nuestros recursos debido a la indiferencia ciudadana. La clave está en
participar activamente. Si no lo hacemos, la corrupción continuará pelechando
en estas tierras fértiles. Luego, no nos quejemos.
¡Es hora de participar!
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